lunes, 14 abril 2025

La DGT señala el mayor peligro silencioso del cinturón mal colocado

El asfalto esconde peligros que van más allá de un despiste o un exceso de velocidad, amenazas silenciosas que anidan en los gestos más cotidianos, esos que hacemos casi sin pensar. La DGT lleva años advirtiendo sobre la importancia vital de los sistemas de seguridad pasiva, pero a veces, la confianza o la simple pereza nos llevan a cometer errores fatales sin siquiera ser conscientes de ello. Uno de los más graves, y quizás menos conocido por el gran público, es el derivado de un cinturón de seguridad mal ajustado, una trampa mortal que convierte nuestro mejor aliado en un enemigo inesperado en caso de colisión.

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Hablamos del infame ‘efecto submarino’, un término que suena casi a maniobra naval pero que describe una realidad aterradora dentro del habitáculo de un vehículo accidentado. No se trata de un fallo del mecanismo, sino de un uso incorrecto que provoca que el cuerpo, en lugar de ser retenido firmemente por la banda pélvica del cinturón, se deslice por debajo de ella durante el impacto. Las consecuencias pueden ser devastadoras, multiplicando el riesgo de sufrir lesiones internas graves o incluso mortales, precisamente porque la fuerza del choque se concentra en zonas blandas y desprotegidas del abdomen en lugar de en la estructura ósea de la pelvis, diseñada para soportar grandes presiones.

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EL FANTASMA INVISIBLE EN TU COCHE: ¿QUÉ ES EL TEMIDO ‘EFECTO SUBMARINO’?

Fuente Freepik

El ‘efecto submarino’ es, en esencia, la consecuencia directa de no permitir que el cinturón de seguridad realice su función primordial: sujetar el cuerpo firmemente contra el asiento en caso de deceleración brusca. Cuando la banda inferior del cinturón, la que debería reposar sobre los huesos de la cadera, está colocada demasiado alta (sobre el abdomen) o demasiado holgada, el tremendo impulso generado por el choque provoca que el cuerpo se proyecte hacia adelante y hacia abajo, escurriéndose literalmente por debajo de esa banda. La Dirección General de Tráfico (DGT) insiste en que este fenómeno anula casi por completo la efectividad del sistema de retención, convirtiendo un elemento salvavidas en un potencial causante de daños muy severos.

Imaginemos la escena a cámara lenta: se produce el impacto frontal y la inercia lanza nuestro cuerpo hacia adelante con una fuerza descomunal. Si el cinturón está bien ajustado, la banda pélvica bloquea el movimiento de la cadera y la banda diagonal sujeta el tórax, absorbiendo la energía y manteniendo el cuerpo en su sitio. Pero si la banda pélvica está mal posicionada o floja, la cadera no encuentra ese tope firme y el torso se pliega sobre sí mismo mientras las piernas buscan espacio bajo el salpicadero, deslizándose la persona por debajo de la cinta como si se sumergiera. Este deslizamiento es el núcleo del ‘efecto submarino’, un riesgo real que la DGT trata de visibilizar constantemente en sus campañas de concienciación.

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