La fiebre por el deporte y la vida sana ha traído consigo una explosión en el mercado de la ropa técnica, prendas diseñadas para optimizar nuestro rendimiento y comodidad mientras sudamos la camiseta. Esta tendencia, sin embargo, viene acompañada de advertencias sanitarias, y la OMS ha puesto el foco recientemente en componentes potencialmente dañinos presentes en estas prendas, sustancias que absorbemos sin apenas percatarnos y cuyos efectos a largo plazo aún se están investigando a fondo en todo el mundo. Es una realidad incómoda que se esconde entre las fibras de nuestras mallas y camisetas favoritas, un acompañante silencioso en nuestra búsqueda de bienestar físico.
Hablamos de enemigos invisibles como las nanopartículas de plata, incorporadas por sus supuestas propiedades antibacterianas, y los compuestos perfluorados o PFAS, utilizados para repeler el agua y las manchas. Lo que se vende como una ventaja tecnológica puede convertirse en una fuente de exposición a químicos potencialmente tóxicos, un peaje oculto que pagamos por esa sensación de ir siempre secos y sin malos olores. La cuestión es si somos conscientes de esta exposición y, sobre todo, si estamos tomando las medidas adecuadas para minimizarla, porque la salud, como bien sabemos, empieza por la prevención y la información veraz.
4EL PRIMER LAVADO: UN GESTO SENCILLO CON GRANDES BENEFICIOS

Ante este panorama, una de las recomendaciones más sencillas y efectivas es lavar siempre la ropa deportiva nueva antes de estrenarla. Aunque pueda parecer una medida trivial, este primer lavado ayuda a, eliminando una parte significativa de los químicos residuales del proceso de fabricación y acabado antes del primer contacto directo y prolongado con la piel, reduciendo así la exposición inicial a sustancias potencialmente irritantes o nocivas. Aunque no es una solución definitiva, es una recomendación básica de precaución que incluso la OMS apoyaría como medida de higiene elemental y preventiva.
Para que este lavado sea lo más efectivo y seguro posible, se aconseja seguir las instrucciones de la etiqueta, utilizando preferiblemente agua fría o tibia y un detergente suave y respetuoso con el medio ambiente. Es importante realizar este primer lavado por separado o con prendas de colores similares, evitando así dañar las fibras técnicas y minimizando la liberación innecesaria de microplásticos y químicos al agua, un pequeño gesto que suma en la protección personal y del entorno. La prudencia nunca está de más cuando se trata de lo que ponemos sobre nuestra piel, un órgano permeable y sensible. La OMS constantemente recuerda la importancia de reducir la carga química a la que nos exponemos.