sábado, 19 abril 2025

Si ves esto en tus ojos, puede que tu colesterol esté disparado

A veces, el cuerpo humano tiene maneras curiosas y silenciosas de advertirnos que algo no funciona como debería, enviando señales que, si sabemos interpretar, pueden ser cruciales para nuestra salud. Una de estas señales puede manifestarse en nuestros propios ojos, un espejo que no solo refleja el alma, sino también, en ocasiones, posibles problemas internos como un nivel elevado de colesterol. Prestar atención a ciertos cambios visuales, por sutiles que parezcan, podría ser el primer paso para detectar a tiempo una condición que requiere seguimiento médico y que afecta a una parte considerable de la población adulta en España.

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Ese pequeño indicio del que hablamos, conocido médicamente como arco senil o gerontoxon, es un anillo blanquecino o grisáceo que puede aparecer en el borde exterior de la córnea, la capa transparente que cubre el iris y la pupila. Aunque su presencia es relativamente común en personas de edad avanzada y no siempre reviste gravedad, su aparición en individuos más jóvenes, especialmente por debajo de los 40 o 45 años, debería encender las alarmas. Podría ser una manifestación visible de una hiperlipidemia subyacente, es decir, una concentración anormalmente alta de grasas, incluyendo el colesterol, en la sangre, lo que justifica una visita al oftalmólogo o al médico de cabecera para una evaluación completa.

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EL PAPEL DEL MÉDICO: DIAGNÓSTICO PRECISO Y PLAN DE ACCIÓN

Fuente: Freepik

Ante la sospecha o detección de un arco senil, especialmente si no se corresponde con una edad avanzada, el paso lógico e ineludible es buscar consejo médico profesional. Tanto el oftalmólogo, que puede ser el primero en identificar el signo durante un examen rutinario, como el médico de atención primaria están capacitados para iniciar la evaluación. El diagnóstico definitivo de la posible causa subyacente, requerirá inevitablemente la realización de un análisis de sangre específico para medir el perfil lipídico completo, que incluye el colesterol total, el colesterol LDL («malo»), el colesterol HDL («bueno») y los triglicéridos. Este análisis proporcionará datos objetivos sobre el estado del metabolismo lipídico del paciente.

Una vez obtenidos los resultados del análisis de sangre y evaluado el riesgo cardiovascular global del individuo considerando todos los factores relevantes, el médico podrá establecer un plan de manejo personalizado. Si se confirma la presencia de niveles elevados de colesterol u otras grasas, las recomendaciones iniciales suelen centrarse en modificaciones del estilo de vida, como adoptar una dieta saludable baja en grasas saturadas y trans, aumentar la actividad física regular, mantener un peso corporal adecuado, dejar de fumar y moderar el consumo de alcohol. En casos donde estas medidas no sean suficientes o el riesgo sea elevado, el médico puede considerar necesario prescribir fármacos hipolipemiantes, como las estatinas, para ayudar a controlar eficazmente los niveles de lípidos y reducir el riesgo de eventos cardiovasculares futuros.

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