A veces, el cuerpo humano tiene maneras curiosas y silenciosas de advertirnos que algo no funciona como debería, enviando señales que, si sabemos interpretar, pueden ser cruciales para nuestra salud. Una de estas señales puede manifestarse en nuestros propios ojos, un espejo que no solo refleja el alma, sino también, en ocasiones, posibles problemas internos como un nivel elevado de colesterol. Prestar atención a ciertos cambios visuales, por sutiles que parezcan, podría ser el primer paso para detectar a tiempo una condición que requiere seguimiento médico y que afecta a una parte considerable de la población adulta en España.
Ese pequeño indicio del que hablamos, conocido médicamente como arco senil o gerontoxon, es un anillo blanquecino o grisáceo que puede aparecer en el borde exterior de la córnea, la capa transparente que cubre el iris y la pupila. Aunque su presencia es relativamente común en personas de edad avanzada y no siempre reviste gravedad, su aparición en individuos más jóvenes, especialmente por debajo de los 40 o 45 años, debería encender las alarmas. Podría ser una manifestación visible de una hiperlipidemia subyacente, es decir, una concentración anormalmente alta de grasas, incluyendo el colesterol, en la sangre, lo que justifica una visita al oftalmólogo o al médico de cabecera para una evaluación completa.
2LA PISTA EN LA MIRADA: ARCO SENIL Y SU VÍNCULO CON EL COLESTEROL
La conexión entre el arco senil y los niveles de lípidos en sangre está bien documentada, especialmente cuando aparece prematuramente. La córnea es un tejido avascular, lo que significa que carece de vasos sanguíneos propios, obteniendo sus nutrientes y oxígeno del humor acuoso y de los vasos del limbo esclerocorneal. Cuando existe un exceso de lípidos circulantes en la sangre, como ocurre en casos de hipercolesterolemia o dislipidemia, estas grasas pueden filtrarse a través de los capilares del limbo y depositarse gradualmente en el estroma corneal periférico, haciéndose visibles como el característico anillo blanquecino. Por lo tanto, la presencia de arco senil, sobre todo en edades tempranas, sugiere que los niveles de colesterol y otras grasas podrían estar por encima de los umbrales recomendados.
Es fundamental comprender que el arco senil no es una medida directa ni un sustituto de un análisis de sangre para determinar los niveles de colesterol, pero sí actúa como una señal de advertencia visual. Su aparición temprana puede ser un indicativo de hipercolesterolemia familiar, una condición genética que causa niveles muy altos de colesterol LDL (el llamado «colesterol malo») desde joven, o de otras dislipidemias adquiridas. Por ello, ante la detección de este signo ocular, es imperativo realizar un perfil lipídico completo para evaluar objetivamente la concentración de las distintas fracciones de colesterol y triglicéridos en la sangre y determinar el riesgo cardiovascular asociado.