domingo, 13 abril 2025

No es una traición ni un engaño, pero esta microinfidelidad digital está destrozando tu relación sin que te des cuenta

En la era digital, las fronteras de la intimidad y la lealtad parecen difuminarse a golpe de clic. Lo que para unos es una simple interacción social online, para otros puede ser la semilla de una duda corrosiva, un primer indicio de lo que algunos llaman microinfidelidad. Navegar por estas aguas turbulentas requiere una brújula que muchos parecen haber perdido entre notificaciones y ‘me gusta’, creando un caldo de cultivo para malentendidos y resentimientos que minan la base de la confianza en pareja sin que apenas se perciba el peligro hasta que es demasiado tarde.

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No hablamos del clásico affaire clandestino con encuentros furtivos y mentiras elaboradas, sino de esos pequeños gestos digitales, esas conexiones ambiguas que, aunque aparentemente inocentes, pueden minar la confianza más sólida como una gota malaya. Es un terreno pantanoso donde la intención a menudo se disfraza de casualidad o simple amistad virtual, dejando a la pareja que se siente desplazada en un estado de incertidumbre y malestar difícil de verbalizar, precisamente por la dificultad de señalar un acto concreto de traición tradicional, aunque el daño emocional sea igualmente real y palpable.

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¿QUÉ NARICES ES LA MICROINFIDELIDAD Y POR QUÉ DEBERÍA IMPORTARTE?

Fuente: Freepik

La microinfidelidad no figura en el diccionario de la Real Academia Española, ni falta que le hace para hacerse notar con fuerza en las dinámicas de pareja contemporáneas. No implica necesariamente contacto físico ni relaciones sexuales explícitas fuera de la pareja, sino que abarca una serie de comportamientos sutiles que traspasan ciertos límites emocionales o de intimidad previamente establecidos, o que deberían estarlo por sentido común y respeto mutuo. Se manifiesta en ese coqueteo persistente por mensaje directo con alguien del pasado, esas conversaciones privadas que se ocultan o minimizan sistemáticamente ante la pareja, o en la búsqueda constante de validación externa a través de interacciones ambiguas en redes sociales.

El quid de la cuestión reside fundamentalmente en la percepción subjetiva y en el acuerdo implícito o explícito que rige cada relación sentimental. Puede que objetivamente no constituya una traición flagrante según los cánones clásicos del engaño, pero sí representa una deslealtad sutil, una clara señal de que la atención, la energía emocional y la intimidad se están desviando peligrosamente hacia fuera del núcleo de la pareja. Ignorar estas señales de alarma, o peor aún, minimizarlas con excusas vanas, suele ser el primer paso hacia un deterioro significativo e irreversible del vínculo afectivo construido con esfuerzo y dedicación.

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