Llegar al final del día y notar los pies y tobillos como botas de plomo es una sensación que muchos reconocen, especialmente tras jornadas maratonianas de pie o sentados. Sin embargo, cuando esa hinchazón se convierte en una constante nocturna, apareciendo o empeorando significativamente al caer el sol o tras periodos de reposo, podríamos estar ante algo más que simple cansancio acumulado; podría ser una señal sutil, un primer susurro de que algo no va del todo bien en el sistema circulatorio, y quizás, un aviso temprano relacionado con nuestro corazón. Prestar atención a estas señales corporales, por leves que parezcan, es fundamental para cuidar nuestra salud a largo plazo y no pasar por alto mensajes que el cuerpo nos envía.
Este fenómeno, conocido médicamente como edema vespertino o nocturno en las extremidades inferiores, merece una observación más detenida si se presenta de forma recurrente y sin una causa obvia como un golpe o una torcedura. Lejos de ser una mera molestia estética o una incomodidad pasajera, la persistencia de los tobillos hinchados específicamente por la noche puede indicar desequilibrios internos, entre los que destaca la posibilidad de una función cardíaca comprometida en sus etapas iniciales. Comprender por qué ocurre y qué mecanismos fisiológicos están implicados es el primer paso para valorar adecuadamente la situación y decidir si es momento de buscar consejo médico profesional, algo siempre recomendable ante síntomas persistentes e inexplicables.
4INSUFICIENCIA CARDÍACA INCIPIENTE: EL SUSURRO ANTES DEL GRITO DE ALERTA

Cuando hablamos de insuficiencia cardíaca incipiente, nos referimos a las etapas más tempranas de esta condición crónica, en las que el corazón ya no funciona a pleno rendimiento, pero los síntomas son todavía leves, intermitentes o incluso inexistentes en reposo. En esta fase, el órgano vital aún compensa sus déficits mediante diversos mecanismos adaptativos, pero estos mecanismos tienen un límite y, con el tiempo, pueden acabar siendo contraproducentes. La hinchazón de tobillos vespertina puede ser uno de los primeros signos de que estos mecanismos de compensación están empezando a flaquear, especialmente en lo que respecta al manejo del volumen de líquidos corporales. Es un aviso temprano de que la bomba principal podría necesitar ayuda.
Detectar la insuficiencia cardíaca en estas fases iniciales es crucial, porque permite instaurar tratamientos y cambios en el estilo de vida que pueden frenar su progresión, mejorar la calidad de vida y prevenir complicaciones graves a largo plazo. A menudo, la hinchazón de tobillos no viene sola, aunque sea el síntoma más notorio; puede acompañarse de una sensación de cansancio o fatiga inusual, dificultad para respirar al realizar esfuerzos que antes eran sencillos (disnea de esfuerzo), necesidad de dormir con más almohadas para respirar mejor (ortopnea), o episodios de falta de aire que despiertan por la noche (disnea paroxística nocturna). Todos ellos son posibles compañeros de viaje de un corazón que empieza a dar señales de agotamiento. Vigilar el estado de nuestro corazón es una tarea fundamental.