sábado, 19 abril 2025

Tobillos hinchados por la noche: el aviso que tu corazón quiere darte

Llegar al final del día y notar los pies y tobillos como botas de plomo es una sensación que muchos reconocen, especialmente tras jornadas maratonianas de pie o sentados. Sin embargo, cuando esa hinchazón se convierte en una constante nocturna, apareciendo o empeorando significativamente al caer el sol o tras periodos de reposo, podríamos estar ante algo más que simple cansancio acumulado; podría ser una señal sutil, un primer susurro de que algo no va del todo bien en el sistema circulatorio, y quizás, un aviso temprano relacionado con nuestro corazón. Prestar atención a estas señales corporales, por leves que parezcan, es fundamental para cuidar nuestra salud a largo plazo y no pasar por alto mensajes que el cuerpo nos envía.

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Este fenómeno, conocido médicamente como edema vespertino o nocturno en las extremidades inferiores, merece una observación más detenida si se presenta de forma recurrente y sin una causa obvia como un golpe o una torcedura. Lejos de ser una mera molestia estética o una incomodidad pasajera, la persistencia de los tobillos hinchados específicamente por la noche puede indicar desequilibrios internos, entre los que destaca la posibilidad de una función cardíaca comprometida en sus etapas iniciales. Comprender por qué ocurre y qué mecanismos fisiológicos están implicados es el primer paso para valorar adecuadamente la situación y decidir si es momento de buscar consejo médico profesional, algo siempre recomendable ante síntomas persistentes e inexplicables.

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LA BOMBA QUE PODRÍA ESTAR FALLANDO: CUANDO LA HINCHAZÓN APUNTA AL CORAZÓN

Fuente Freepik

Aquí es donde entra en juego el papel fundamental del sistema cardiovascular. El corazón actúa como una bomba incansable, impulsando la sangre oxigenada a todo el organismo y recogiendo la sangre desoxigenada para enviarla a los pulmones. Cuando el músculo cardíaco, por diversas razones, pierde parte de su fuerza de contracción o su capacidad para relajarse adecuadamente, no puede bombear la sangre de manera tan eficiente como debería, una condición que en sus fases iniciales puede manifestarse de formas muy sutiles. Esta disminución en la eficacia del bombeo puede provocar que la sangre tienda a «atascarse» o a circular más lentamente en el sistema venoso.

Esta dificultad en el retorno venoso incrementa la presión dentro de las venas, particularmente en las zonas más alejadas del corazón y más afectadas por la gravedad, como son las piernas y los tobillos. Este aumento de presión venosa se transmite a los capilares, forzando la salida de plasma sanguíneo (la parte líquida de la sangre) hacia los tejidos circundantes, lo que clínicamente se traduce en edema o hinchazón. Por tanto, unos tobillos que se hinchan persistentemente por la noche pueden ser un indicativo temprano de que el corazón está empezando a tener dificultades para manejar el volumen de sangre que le retorna, una señal clásica, aunque no exclusiva, de una posible insuficiencia cardíaca incipiente.


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