Anabel Pantoja vuelve a estar en el centro de atención, aunque esta vez no ha sido por sus apariciones en televisión ni por alguna polémica familiar, sino por un episodio que ha preocupado a muchos de sus seguidores. La sobrina de Isabel Pantoja, quien desde hace meses comparte abiertamente su día a día en redes sociales, ha vivido una serie de percances que, aunque no han sido de gravedad, sí han generado inquietud por su estado de salud. Tras unos meses particularmente complicados debido a la investigación judicial abierta por supuestos malos tratos a su hija Alma, Anabel y su pareja, David Rodríguez, han decidido centrarse en recuperar la normalidad, dejando atrás el revuelo mediático y las especulaciones que los han rodeado. Ahora, establecidos nuevamente en su hogar de Gran Canaria, la pareja intenta pasar página y enfocarse en su rutina familiar, rodeados de tranquilidad, sol y mar.
1Anabel Pantoja, quemada en la playa

En su intento por retomar la serenidad, Anabel optó por disfrutar de uno de esos placeres simples que ofrece el clima privilegiado de las Islas Canarias: un día de playa. Junto a David y la pequeña Alma, la influencer se desplazó hasta San Agustín, en la zona de Arguineguín, un enclave turístico muy frecuentado por quienes buscan desconectar y disfrutar del océano Atlántico. Desde su perfil de Instagram, donde acumula cientos de miles de seguidores, la sevillana compartió una instantánea que reflejaba la calma del momento, con una vista de la playa bañada por el sol y un breve texto que expresaba su felicidad: “¡Qué gustazo!”. Pero lo que comenzó como una jornada ideal bajo el cielo despejado del archipiélago, pronto se convirtió en una experiencia menos placentera.
Según relató ella misma horas después, lo que parecía un inocente descanso al sol terminó en una intensa quemadura solar. Anabel, con la sinceridad y desparpajo que la caracteriza, explicó en sus historias de Instagram que se había quedado dormida bajo el sol, sin darse cuenta del paso del tiempo, lo que le provocó un enrojecimiento extremo en la piel. “Sí, me he quedado dormida y me he quemado como una tostada”, escribió junto a una imagen en la que se apreciaba el color rojizo intenso que cubría buena parte de su cuerpo. La fotografía, más allá de su tono cómico, generó una oleada de mensajes por parte de sus seguidores, algunos expresando preocupación y otros intentando animarla con consejos caseros para aliviar la piel dañada.
Lejos de tratarse de un incidente pasajero, con el paso de las horas, la situación no mejoró, sino todo lo contrario. Pese a haberse aplicado generosas capas de crema hidratante y de haberse duchado con agua tibia para calmar la piel, Anabel confesó que el escozor persistía y que la tonalidad de su cuerpo no se atenuaba. Con su particular sentido del humor, definió su estado como “una gamba”, intentando restar gravedad al incidente, aunque evidenciando el malestar que sentía. La piel, sensible por naturaleza, había reaccionado con fuerza a la exposición prolongada al sol canario, algo habitual en quienes, por distracción o exceso de confianza, se olvidan de las recomendaciones básicas para evitar este tipo de lesiones cutáneas.