La comodidad tiene, a veces, una cara B bastante desagradable. Nos hemos acostumbrado a la inmediatez de las transferencias bancarias a través del móvil, a ese gesto casi reflejo de saldar una cuenta pendiente o enviar un pequeño regalo económico en segundos. El servicio Bizum se ha integrado en nuestras vidas de una forma tan natural que ya parece impensable recordar cómo funcionábamos antes, cuando una transferencia requería códigos, esperas y, a menudo, comisiones inesperadas. Pero esta facilidad, que sin duda nos ahorra tiempo y quebraderos de cabeza, también abre la puerta a ciertos peligros que no debemos menospreciar si no queremos llevarnos un susto morrocotudo.
La confianza excesiva y la rapidez con la que operamos pueden convertirse en nuestros peores enemigos en el entorno digital. Un simple descuido, una confirmación apresurada o la falta de verificación adecuada pueden desencadenar una situación comprometida para nuestras finanzas personales. No se trata de demonizar la herramienta, que cumple una función valiosísima, sino de ser plenamente conscientes de que, como en cualquier transacción económica, existen riesgos inherentes, especialmente cuando la ingeniería social entra en juego para explotar nuestra buena fe o nuestro despiste momentáneo. Estar alerta y conocer los posibles fallos es la mejor defensa para seguir disfrutando de las ventajas sin lamentar las consecuencias.
1LA DANZA DE LOS NÚMEROS EQUIVOCADOS: UN BAILE MUY CARO

El error más básico, y quizá por ello uno de los más frecuentes, es el de teclear mal el número de teléfono del destinatario. Un solo dígito erróneo puede hacer que nuestro dinero acabe en el bolsillo de un completo desconocido, una situación que puede ir desde una simple anécdota incómoda hasta la pérdida de una cantidad considerable si no actuamos con rapidez y diligencia. La interfaz de la aplicación bancaria nos pide confirmar la operación, pero la costumbre y las prisas nos llevan a menudo a pulsar el botón sin una segunda verificación exhaustiva, confiando ciegamente en nuestra memoria o en la precisión de nuestros dedos al marcar.
Recuperar el dinero enviado por error no siempre es un camino de rosas. Aunque la lógica indique que el receptor debería devolverlo, no existe una obligación legal directa e inmediata que le fuerce a hacerlo si se niega. La entidad bancaria puede intentar mediar, pero si el receptor accidental se hace el sueco, el proceso puede complicarse y requerir incluso acciones legales, lo que añade un coste y un estrés innecesarios a un simple fallo de marcación. Por eso, la prevención, esa doble comprobación antes de confirmar cualquier envío con Bizum, es fundamental para evitar verse envuelto en este tipo de embrollos financieros.