La carretera es un escenario cotidiano donde la confianza puede convertirse en nuestra peor enemiga, haciéndonos olvidar que la seguridad depende de detalles que a menudo pasamos por alto. En esa constante búsqueda de concienciación, hay fenómenos menos conocidos pero igualmente letales que merecen nuestra atención, y uno de ellos es el llamado ‘efecto submarino’, un riesgo asociado al cinturón de seguridad que puede tener consecuencias devastadoras. Este peligro invisible, sobre el que la DGT insiste en alertar, se produce cuando, en caso de colisión, el cuerpo se desliza por debajo de la banda abdominal del cinturón, un movimiento que anula la protección para la que fue diseñado este elemento vital.
Entender este riesgo es fundamental porque transforma una herramienta de salvamento en un potencial causante de lesiones graves, precisamente por un mal uso que puede parecer trivial. El efecto submarino no es una leyenda urbana ni un tecnicismo para expertos en seguridad vial; es una realidad física tangible que ocurre con más frecuencia de la que imaginamos, vinculada directamente a cómo nos colocamos el cinturón de seguridad cada vez que nos subimos a un vehículo. Las campañas informativas de la DGT ponen el foco en estos detalles que marcan la diferencia entre salir ileso de un percance o sufrir daños internos severos.
1¿QUÉ ES EXACTAMENTE ESTE FANTASMA LLAMADO EFECTO SUBMARINO?

Cuando sufrimos un impacto, especialmente uno frontal, la inercia proyecta nuestro cuerpo violentamente hacia adelante; el cinturón de seguridad está diseñado para retenernos firmemente contra el asiento, distribuyendo la fuerza de la deceleración sobre las partes más resistentes de nuestra anatomía. Sin embargo, si la banda abdominal del cinturón no está correctamente posicionada sobre los huesos de la pelvis, sino que reposa sobre el vientre o está demasiado holgada, existe un riesgo muy real de que el cuerpo se ‘sumerja’ por debajo de ella durante la colisión. Este deslizamiento es lo que se conoce técnicamente como efecto submarino, un nombre que ilustra gráficamente ese movimiento de escape por la parte inferior.
Las consecuencias de este deslizamiento son nefastas, ya que la presión que debería recaer sobre la estructura ósea de la cadera se traslada directamente al abdomen, una zona blanda y vulnerable que alberga órganos vitales. En lugar de una retención segura, el cinturón puede provocar graves lesiones internas, hemorragias o daños en la columna vertebral al impactar contra partes del cuerpo no preparadas para soportar semejante fuerza; un escenario de pesadilla que la DGT se esfuerza en prevenir mediante la divulgación de la correcta colocación del sistema de retención. La correcta tensión y ubicación son, por tanto, cruciales para garantizar su efectividad.