La amenaza invisible que acecha en nuestras cocinas es más real de lo que imaginamos. Las sartenes que utilizamos a diario para preparar desde un simple huevo frito hasta elaboradas recetas podrían estar liberando sustancias nocivas directamente en nuestros alimentos. Este componente, conocido como ácido perfluorooctanoico (PFOA), forma parte de un grupo de compuestos químicos persistentes que han estado presentes en utensilios de cocina durante décadas, especialmente en aquellos con recubrimientos antiadherentes.
Los fabricantes de utensilios de cocina han comercializado durante años sartenes con recubrimientos «milagrosos» que prometen que nada se pegará y facilitarán la limpieza. Sin embargo, lo que no cuentan con tanta facilidad es que muchos de estos productos contienen PFAS (sustancias perfluoroalquiladas), una familia de más de 4.700 compuestos químicos sintéticos entre los que se encuentra el PFOA, sustancias que han demostrado ser extremadamente persistentes en el medio ambiente y en el organismo humano, ganándose el sobrenombre de «químicos eternos» por su capacidad para permanecer intactos durante generaciones.
1LAS SARTENES ANTIADHERENTES: UN INVENTO CON CONSECUENCIAS INESPERADAS

La revolución en la cocina llegó hace más de medio siglo con la introducción de las primeras sartenes con recubrimiento antiadherente. Lo que comenzó como una solución ingeniosa para evitar que los alimentos se pegaran, se ha convertido en un problema de salud pública que preocupa cada vez más a la comunidad científica, especialmente tras revelarse los efectos acumulativos de los PFOA y otros PFAS en el organismo. La popularidad de estas sartenes se disparó rápidamente por su practicidad y la reducción del uso de aceites, convirtiéndose en un básico en millones de hogares alrededor del mundo.
El problema no radica en el concepto de sartén antiadherente en sí mismo, sino en los componentes químicos utilizados para lograr ese efecto. Durante la fabricación de muchas sartenes tradicionales con recubrimiento de teflón, se empleaba el PFOA como parte del proceso productivo generando residuos que podían permanecer en el producto final y liberarse gradualmente con el uso y el desgaste. Las altas temperaturas alcanzadas durante la cocción, los arañazos en la superficie y el deterioro natural del recubrimiento pueden aumentar significativamente la liberación de estas sustancias, incorporándose de forma inadvertida a los alimentos que consumimos diariamente.