La televisión de nuestro país ha tenido revés muchas despedidas, pero no tantas como la de Cuéntame cómo pasó. Tras 22 años en antena, la familia Alcántara se despedía con un nudo en la garganta de muchos millones de personas que se quedaban ahí esperando que llegara el siguiente capítulo.
Sin embargo, como suele suceder en las grandes historias, los finales son, de vez en cuando, solo pausas. Y efectivamente, el rumoreo que ya ha dado salida a que los Alcántara lleguen a la gran pantalla en una secuela cinematográfica que hiciera resurgir la llama de una serie de la que se tiene un cariño especial en la historia de RTVE.
2EL ROMPECABEZAS DEL REPARTO

Uno de los grandes misterios está relacionado con el propio reparto de personajes. Ana Duato (Mercedes) e Imanol Arias (Antonio), durante décadas, han sido el espíritu de dicha serie, pero los dos han manifestado que el cierre televisivo era el cierre emocional que ya había llegado. Ana Duato, en las páginas de FormulaTV, dejaba entrever una puerta entreabierta y decía: «nunca digas nunca». Una ambigüedad que alimenta las esperanzas de los fans a la vez que plantea evidentes interrogantes.
¿Estarán dispuestos a volver a poner patas arriba unos personajes que ya creían cerrados? El dilema no solamente es artístico, es generacional. Los hijos de los Alcántara, interpretados por actores que han ido creciendo a su vez en paralelo con la serie, podrían sucederles como personajes protagonísticos. Pablo Rivero (Carlos) o María Adánez (Inés) podrían tener la opción de sostener una trama derivada desde las nuevas dinámicas familiares.
Adicionalmente, la película contaría con una forma de rendir homenaje a tan importante personaje como Herminia, eludiendo el riesgo que pueden representar para el propio desarrollo de la historia las distintas formas en las que podría ser representada -y esto incluye flashbacks o simbólicas apariciones de personajes que incluso han muerto-; pero sea como fuere, el modo en que se distribuya los papeles será esencial para deshacer el recuerdo de un ejercicio meramente nostálgico. Pero también hay una cuestión importancia a tener en cuenta: el tiempo.
Los actores han cambiado hasta el extremo de que resultan verosímiles los cambios que la propia historia narrará, pero evidentemente el maquillaje o los efectos digitales no pueden pasar por alto que el aspecto físico de aquellos ha cambiado tanto como el de los últimos capítulos. La película deberá acometer, de forma inteligente o a través de la evolución de los años como propia del transcurso de la trama, o bien recurriendo a los saltos temporales en la historia, o se expondrá ineludiblemente al riesgo de romper lo que costó construir.