sábado, 19 abril 2025

El misterio medieval que late bajo Barcelona y la cueva donde empezó todo

Bajo el bullicio y el tráfago de la capital catalana se esconde un entramado de historias que pocos conocen y menos aún han explorado. Barcelona, con sus avenidas repletas de turistas y sus emblemáticos edificios modernistas, guarda en su memoria colectiva un pasado medieval mucho más misterioso de lo que la mayoría de guías turísticas suelen mencionar. Este legado oculto conecta directamente con una pequeña localidad situada a poco más de una hora de la Ciudad Condal: Mura, en la comarca de Bages, donde una cueva aparentemente insignificante podría contener las claves para entender parte del entramado histórico catalán.

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El subsuelo barcelonés es testigo silencioso de más de dos milenios de historia, albergando vestigios romanos, visigodos y, por supuesto, medievales. Entre callejuelas estrechas y plazas que hoy rebosan de vida, se esconden pasadizos, criptas y estancias olvidadas que conectan con aquel período formativo de la Barcelona que conocemos. Los estudios arqueológicos realizados durante las últimas décadas han permitido sacar a la luz una red de conexiones históricas entre la capital y diversas poblaciones cercanas, destacando especialmente la relación con Mura, un enclave que durante siglos fue considerado un simple pueblo de montaña, pero que ahora emerge como pieza fundamental en el rompecabezas medieval catalán.

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SÍMBOLOS COMPARTIDOS: DE LAS CUEVAS DE MURA A LAS CATEDRALES DE BARCELONA

Fuente: Ayuntamiento de Mura

Un análisis comparativo de los símbolos grabados en la cueva de Mura y la ornamentación presente en edificios religiosos de Barcelona ha revelado coincidencias que difícilmente pueden atribuirse al azar. Motivos como la estrella de ocho puntas, el árbol de la vida y ciertos nudos geométricos aparecen tanto en el entorno natural de Mura como en capiteles, frisos y vidrieras de iglesias barcelonesas del período medieval. Esta repetición de patrones, documentada meticulosamente por investigadores de la Universidad de Barcelona, sugiere la existencia de un lenguaje simbólico compartido que trascendía las barreras geográficas y sociales.

El caso más emblemático de esta conexión simbólica se encuentra en la Catedral de Barcelona, donde varios elementos decorativos parecen replicar exactamente formas naturales presentes en la cueva de Mura. Los expertos en arte medieval consideran que esta mimesis no es casual sino deliberada, respondiendo a una concepción del espacio sagrado que entendía la naturaleza como primera manifestación de lo divino. De este modo, los maestros canteros que trabajaron en la Barcelona medieval intentaban incorporar a sus construcciones urbanas la energía y el misterio que habían experimentado en espacios naturales como la cueva de Mura, creando así un vínculo espiritual entre ambos lugares que ha perdurado silenciosamente a través de los siglos.


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