miércoles, 9 abril 2025

El misterio medieval que late bajo Barcelona y la cueva donde empezó todo

Bajo el bullicio y el tráfago de la capital catalana se esconde un entramado de historias que pocos conocen y menos aún han explorado. Barcelona, con sus avenidas repletas de turistas y sus emblemáticos edificios modernistas, guarda en su memoria colectiva un pasado medieval mucho más misterioso de lo que la mayoría de guías turísticas suelen mencionar. Este legado oculto conecta directamente con una pequeña localidad situada a poco más de una hora de la Ciudad Condal: Mura, en la comarca de Bages, donde una cueva aparentemente insignificante podría contener las claves para entender parte del entramado histórico catalán.

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El subsuelo barcelonés es testigo silencioso de más de dos milenios de historia, albergando vestigios romanos, visigodos y, por supuesto, medievales. Entre callejuelas estrechas y plazas que hoy rebosan de vida, se esconden pasadizos, criptas y estancias olvidadas que conectan con aquel período formativo de la Barcelona que conocemos. Los estudios arqueológicos realizados durante las últimas décadas han permitido sacar a la luz una red de conexiones históricas entre la capital y diversas poblaciones cercanas, destacando especialmente la relación con Mura, un enclave que durante siglos fue considerado un simple pueblo de montaña, pero que ahora emerge como pieza fundamental en el rompecabezas medieval catalán.

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EL CORREDOR SECRETO QUE UNE BARCELONA CON EL INTERIOR CATALÁN

Fuente: Ayuntamiento de Mura

Documentos medievales conservados en el Archivo de la Corona de Aragón mencionan la existencia de rutas comerciales y espirituales que conectaban Barcelona con diversas poblaciones del interior. Una de estas rutas, conocida como «El Camino de los Iniciados», partía desde el actual Portal de l’Àngel y se adentraba hacia el noroeste, pasando por localidades como Sant Cugat, Terrassa y, finalmente, Mura. Los peregrinos que transitaban este camino buscaban conocimiento esotérico y espiritual, convirtiéndolo en una especie de versión catalana del Camino de Santiago, aunque con un carácter mucho más hermético.

Las investigaciones realizadas durante la última década han permitido reconstruir partes de este antiguo camino, revelando que no se trataba simplemente de una ruta comercial sino de un verdadero corredor cultural. Los comerciantes y peregrinos que se movían entre Barcelona y Mura transportaban no solo mercancías sino también ideas, técnicas artísticas y conocimientos arquitectónicos. Esta transferencia bidireccional explica por qué, en determinados rincones de Barcelona, encontramos motivos decorativos y soluciones arquitectónicas que parecen inspirados directamente en las formaciones naturales de la zona de Bages, como si los maestros constructores hubieran querido trasladar la naturaleza salvaje de Mura al entorno urbano barcelonés.


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