El capítulo 276 de Sueños de Libertad viene repleto de emociones dispares, traiciones encubiertas y alianzas inestables. La muerte de Jesús, por el contrario, continuará pesando aun no estando el personaje, los personajes que rodean la historia quedan impregnados de dudas y afinándose con la lealtad de los personajes de la novela. Begoña, que vive sumida en la incertidumbre, se encuentra temerosa por su futuro en la casa De la Reina.
Por su parte, Digna solicita consuelo a la capilla de la iglesia de la cual no sabe que ha oído sus palabras, una persona inesperada. Además, Don Pedro afianza su poder sobre la fábrica con una determinación que no deja lugar a los sentimentalismos. Su llegada al poder divide a los Merino: Joaquín lo idolatra, Gema lo cuestiona, Damián ya se está preparando para su contragolpe.
3AMORES PROHIBIDOS EN SUEÑOS DE LIBERTAD

Begoña y Andrés se encuentran en un limbo, el camino entre el deseo y la realidad. En uno de esos raros momentos de calma, lejos de las miradas indiscretas, se acaricia la cara y él le espeta, «Sabemos que esto no puede ser… pero ¿cómo dejarlo?». Ella no contesta, no hay respuesta. Julia, la niña que lo sabe todo, es una bomba de relojería, y aunque hoy guarda silencio, cada día es un riesgo más.
¿Hasta cuándo podrán ir robando segundos de felicidad en ese mundo que los condena? Mientras tanto, Pelayo recibe una llamada que le deja paralizado. La voz del lado opuesto es un golpe bajo: «¿De verdad creíste que podías empezar de cero?», le espeta alguien que conocía su vida antes de Marta. Él corta la llamada, pero ya está hecho el daño. Esa persona, cuyo nombre no quiere ni pronunciar, sabe cosas que podrían destrozarle el futuro.
Si Marta se entera, no solo su matrimonio estará en peligro, sino que correrá un inmenso riesgo su alianza con los De la Reina. En otro lugar de la urbe, Irene y Fermín se topan con el hecho de que sus trayectorias personales han estado más entrelazadas de lo que suponían. «Tu también estuviste allí esa noche», le dice ella, a lo que Fermín responde con un asentimiento cómplice, en una suerte de silencio. Hay un pasado compartido, con claroscuros, con mucha vida y sin ella, que los une todavía más allá del presente.
¿Es el comienzo de una complicidad peligrosa o, más bien, de la redención en la que ambos creen que deben meter sus pies? Mientras tanto, Luz continúa insistiendo con la necesidad de sacar a María de la casa, convencida de que el ambiente no ayudará sino a que se agrave su trauma. Andrés vivirá una especie de tirón en su interior: un enfrentamiento entre la figura de padre (con todo lo que conlleva ser padre) y el compromiso con la familia, abrió la boca y dijo: «Se irá», le anuncia a Luz, pero en sus ojos se entreveía el de no querer: ¿es lo mejor o, más bien, es otra huida hacia adelante?