miércoles, 2 abril 2025

Nadie lo dice, pero estas frutas necesitan frío en cuanto llega la primavera

La primavera trae consigo el resurgir de la naturaleza y un cambio en nuestros hábitos alimenticios. Las frutas vuelven a cobrar protagonismo en esta estación con su explosión de colores y sabores que invitan a disfrutarlas en su máximo esplendor. Sin embargo, existe un secreto poco comentado sobre ciertas variedades que requieren especial atención en cuanto a su conservación.

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El cambio de temperaturas que acompaña al inicio primaveral supone un reto para mantener la frescura de determinados productos. Contrario a lo que muchos piensan, no todas las variedades frutales deben almacenarse a temperatura ambiente cuando llegan los días más cálidos. Algunas necesitan seguir disfrutando del frío para conservar sus propiedades organolépticas y nutricionales durante más tiempo, algo que muchos desconocen y puede marcar la diferencia entre disfrutar de un producto en óptimas condiciones o desperdiciar alimentos de temporada que podrían haber durado más días en perfectas condiciones.

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CEREZAS Y CIRUELAS: TRADICIÓN PRIMAVERAL QUE SE CONSERVA EN FRÍO

Fuente Freepik

La llegada de las cerezas marca un hito inconfundible de la primavera española, siendo uno de los momentos más esperados por los amantes de las frutas de temporada. Estas delicias rojas, junto con las ciruelas que aparecen poco después, comparten características que hacen imprescindible su conservación en el frigorífico. Ambas responden magníficamente a temperaturas bajas, manteniendo su textura crujiente y sabor intenso durante más tiempo si se almacenan entre 0 y 4 grados en lugar de dejarlas en el frutero tradicional.

La humedad controlada del refrigerador previene la deshidratación de estas frutas de hueso, problema frecuente cuando las temperaturas primaverales comienzan a elevarse. Un dato sorprendente es que las cerezas refrigeradas pueden conservarse hasta dos semanas en perfectas condiciones, mientras que a temperatura ambiente apenas duran tres días antes de empezar a perder firmeza. Los estudios demuestran que el frío retrasa la producción de etileno y ralentiza el proceso natural de maduración que deteriora rápidamente estas frutas delicadas cuando están expuestas al calor primaveral que empieza a intensificarse en muchas regiones españolas.


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