Análisis sobre el comportamiento del oro y su relación con los movimientos de la administración Trump de Ned Naylor-Leyland, gestor de inversiones oro y plata de Jupiter AM.
Asistimos con gran interés a los comentarios de la Casa Blanca del tres de febrero. Bajo la atenta mirada del presidente Trump, el secretario del Tesoro Scott Bessent afirmó que el gobierno pretende «monetizar el activo del balance de EE. UU.» durante los próximos doce meses y beneficiar así al pueblo estadounidense, mediante una combinación de activos líquidos y aplicando las mejores prácticas internacionales.
Los comentarios de Bessent se produjeron mientras Trump firmaba una orden ejecutiva para crear un fondo soberano estadounidense y sus palabras desataron rumores sobre qué activos líquidos podría utilizar el gobierno para el fondo.
El activo líquido que seguimos más de cerca es el oro. EE. UU. posee alrededor de 8.100 toneladas del metal precioso, cantidad que supone la mayor reserva del metal amarillo mantenida por ningún gobierno. Curiosamente, este activo está valorado en la contabilidad del estado a 42,22 dólares por onza, un precio que se fijó por ley en 1974 y no cambia. El precio actual en el mercado se acerca a los 3.000 dólares la onza en el momento de escribir este artículo, lo que hace que estas 8.100 toneladas estén tremendamente infravaloradas.
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De visita a Fort Knox
Desde entonces, Bessent ha indicado que no aludía al metal en esos comentarios, pero este activo ha aparecido en escena más veces en la Casa Blanca. Trump y Elon Musk han puesto en duda la existencia del oro almacenado en el depósito del gobierno en Fort Knox (Kentucky) y el presidente ha declarado que le gustaría inspeccionar personalmente los lingotes. Bessent les aseguró que «todo el oro estaba allí» y citó las auditorías anuales como prueba.
Durante su discurso de toma de posesión en enero, Trump decretó el inicio de una «Era Dorada» en EE. UU. Nos encontramos en los primeros días de su mandato, pero sus políticas en materia de comercio, geopolítica y economía ya se han dejado sentir en los precios de los metales preciosos. El precio del metal dorado en dólares ha marcado una serie de máximos durante el último año, el más reciente el mes pasado, y eso obedece, en mi opinión, a que los inversores están buscando un activo refugio.
El oro desempeña un papel importante como activo estratégico para los bancos centrales —y los inversores particulares— de todo el mundo para gestionar los riesgos y diversificar las reservas. Los bancos centrales, sobre todo el de China, han incrementado sus compras durante los últimos años. Las compras de este metal precioso por parte de los bancos centrales superaron las 1.000 toneladas por tercer año consecutivo en 2024, de acuerdo con el Consejo Mundial del Oro.
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Oro: liquidar las deudas
La mayoría del resto de países que no son EE. UU. valora sus reservas de este metal a precios de mercado. Si EE. UU. contabilizara sus reservas a precios de mercado, valdrían 800.000 millones de dólares, frente a los 11.000 millones actuales. La deuda nacional de EE. UU. ronda los 36 billones de dólares, con un déficit en 2024 de 1,8 billones, por lo que algunos comentaristas han sugerido que modificar la valoración del oro podría ser una solución sencilla para inyectar miles de millones de dólares en activos en el balance del Tesoro.
Aunque cabe señalar que Bessent desechó la idea, pensamos que una revalorización entra dentro de lo posible y tendría importantes implicaciones para los mercados financieros. Por un lado, devolvería al oro a la que creemos que es la posición que merece dentro del sistema financiero internacional: la de principal activo financiero de reserva. También podría obligar a los inversores a replantearse su visión sobre la naturaleza de los activos sin riesgo.
Una espera de ocho semanas para los lingotes
Han aparecido noticias sobre salidas de grandes cantidades de oro físico de las cámaras acorazadas de Londres en dirección a EE. UU. y el Financial Times informó en enero que la espera para retirar lingotes depositados en las cámaras del Banco de Inglaterra ha aumentado de unos pocos días a entre cuatro y ocho semanas. Esta dinámica de mercado, que ha provocado que el oro viaje de Londres a Nueva York durante los últimos meses, «ha aminorado un poco», en declaraciones de la London Bullion Market Association el pasado 7 de marzo.
En nuestra opinión, los recientes movimientos al alza del precio del oro guardan relación con su papel tradicional como activo refugio, las inquietudes en torno al crecimiento económico y las políticas comerciales de Trump, las expectativas de descensos de los tipos de interés y la demanda de este metal precioso por parte de los bancos centrales.
No somos expertos políticos y sabemos que hay que conducirse con sumo cuidado a la hora de formular predicciones sobre lo que el presidente Trump podría o no hacer. Sin embargo, como inversores en oro, este es uno de los periodos más interesantes que nos vienen a la memoria.