El palacio de los Luján en La Promesa se convierte nuevamente en el escenario de una perfecta tormenta de emociones, secretos, luchas de poder. Cada rincón de la finca es testigo del desarrollo silencioso de luchas que podrían cambiar el destino de sus ciudadanos. En el mismo instante en que Candela hace un descubrimiento que cambiará para siempre la vida de Simona, Manuel pierde los papeles con Curro en una lucha que amenaza con fracturar su amistad.
La guerra entre Petra y Leocadia prosigue con su escalada, mientras María Fernández sigue un proceso de recuperación tras un desvanecimiento que le lleva a encontrarse con la mala hostilidad de quienes deberían cuidarla. En este capítulo en nada es como parece, y todo personaje tiene su propia prenda. ¿Quién se conduciría a la victoria en este enfrentamiento entre egos y corazones quebrados?
2MANUEL VS. CURRO EN LA PROMESA

Manuel, dominado por la tristeza y la ira, finalmente explota contra Curro en un arranque de cólera y los deja a ambos heridos. La sencilla discusión, a causa de la pelea que ambos mantienen por sus diferencias irreconciliables, acaba convirtiéndose en un lugar de no retorno. Curro, angustiado por su nueva vida como hombre de su casa y la presión de adaptarse a un mundo que no es el suyo, se siente traicionado por la respuesta de su amigo.
Ángela intenta acercarse, parece querer reforzar aquel tiempo que se les fue, e intenta llamar a su amigo, pero este la deja. Le dice algo así como: «No puedo seguir con estas tonterías» y hace la elección de vivir en un mundo que lo ahoga. En su elección hiere a Ángela, pero al mismo tiempo se libera, y cae en una soledad aún más profunda. Esa riña entre Manuel y Curro no es una simple pelea de amigos, sino que de alguna manera es el espejo de un choque de dos mundos ya inevitables.
Mientras Manuel se debate entre la herencia familiar y las preguntas que se tomaron en su seno, el conflicto que ahora le jugaba al lado de la amistad, si puede encontrarse por la exigencia de su destino, al lado de un amigo que de alguna manera lo ha estado traicionando. ¿Podrán reconducir su amistad, o bien en este encausarse se puedan encontrar a partir de la nueva amistad, a partir de esta imposibilidad?
La ira de Manuel no se dirige simplemente hacia Curro, sino que se expande hacia todo lo que representa: la libertad que él ya no tiene. Como el poseedor de un título que lo asfixia, Manuel contempla en Curro un recordatorio de la libertad que ha perdido al convertirse en un noble. «Tú puedes marcharte cuando quieras, pero yo estoy condenado a vivir aquí, te lo puedo asegurar», le espeta como una revelación de la envidia que ni él mismo conoce. El otro le mira, receloso, pensando si alguna vez su amigo lo conoció realmente.