La popularidad de los vehículos de movilidad personal ha provocado un cambio radical en el paisaje urbano de nuestras ciudades. El patinete eléctrico se ha convertido en una alternativa cada vez más común para desplazamientos cortos, especialmente entre los jóvenes que buscan opciones de transporte económicas y respetuosas con el medio ambiente. Sin embargo, su proliferación ha venido acompañada de un aumento en la siniestralidad y comportamientos imprudentes que han obligado a las autoridades a endurecer el marco sancionador.
La Dirección General de Tráfico ha tomado cartas en el asunto estableciendo un régimen sancionador equiparable al de otros vehículos. Las estadísticas no mienten: el número de accidentes vinculados al uso inadecuado de patinetes eléctricos bajo los efectos del alcohol o las drogas ha aumentado de forma alarmante en los últimos años. Esta nueva realidad ha provocado que las multas por conducir bajo los efectos de sustancias psicoactivas alcancen cifras que muchos califican de escandalosas, pero que responden a la necesidad de garantizar la seguridad vial en un entorno urbano cada vez más complejo.
3CUANDO LA DIVERSIÓN SE CONVIERTE EN DOLOR DE CABEZA (Y DE BOLSILLO)

El perfil típico del usuario de patinete eléctrico en España corresponde mayoritariamente a jóvenes entre 18 y 35 años, precisamente el segmento poblacional más propenso a combinar ocio nocturno y movilidad urbana. Muchos utilizan estos vehículos como alternativa al transporte público o al taxi para desplazarse a zonas de ocio, sin ser plenamente conscientes de que las capacidades psicomotrices necesarias para conducir un patinete eléctrico de forma segura se ven tan afectadas por el alcohol como las requeridas para cualquier otro vehículo, con el agravante de su mayor inestabilidad y menor protección ante posibles caídas o colisiones.
Las asociaciones de usuarios de vehículos de movilidad personal han mostrado reacciones divididas ante la nueva normativa. Mientras algunos colectivos comprenden la necesidad de regular con firmeza conductas irresponsables, otros consideran que las sanciones resultan desproporcionadas teniendo en cuenta la naturaleza de estos vehículos. «Un patinete eléctrico no alcanza las velocidades de una motocicleta ni tiene la masa de un automóvil», argumentan desde algunas plataformas, obviando que incluso a velocidades moderadas un patinete mal conducido puede provocar lesiones graves tanto a su conductor como a terceros, especialmente cuando se circula por aceras o zonas peatonales contraviniendo las ordenanzas municipales.