La popularidad de los vehículos de movilidad personal ha provocado un cambio radical en el paisaje urbano de nuestras ciudades. El patinete eléctrico se ha convertido en una alternativa cada vez más común para desplazamientos cortos, especialmente entre los jóvenes que buscan opciones de transporte económicas y respetuosas con el medio ambiente. Sin embargo, su proliferación ha venido acompañada de un aumento en la siniestralidad y comportamientos imprudentes que han obligado a las autoridades a endurecer el marco sancionador.
La Dirección General de Tráfico ha tomado cartas en el asunto estableciendo un régimen sancionador equiparable al de otros vehículos. Las estadísticas no mienten: el número de accidentes vinculados al uso inadecuado de patinetes eléctricos bajo los efectos del alcohol o las drogas ha aumentado de forma alarmante en los últimos años. Esta nueva realidad ha provocado que las multas por conducir bajo los efectos de sustancias psicoactivas alcancen cifras que muchos califican de escandalosas, pero que responden a la necesidad de garantizar la seguridad vial en un entorno urbano cada vez más complejo.
1LA DGT APRIETA LAS TUERCAS A LOS USUARIOS DE PATINETES

La normativa actualizada por la Dirección General de Tráfico ha establecido un cambio paradigmático en la consideración legal de los patinetes eléctricos. Ya no se trata de simples juguetes o artilugios de ocio, sino de vehículos sujetos a las mismas responsabilidades que un coche o una motocicleta en lo referente al consumo de alcohol y drogas. Esta equiparación supone un antes y un después en la regulación de la movilidad urbana, pues reconoce el potencial peligro que puede representar un conductor de patinete eléctrico bajo los efectos de sustancias psicoactivas.
Los controles de alcoholemia y drogas a usuarios de patinetes eléctricos se han intensificado notablemente en las principales ciudades españolas. La policía municipal, siguiendo las directrices marcadas por la nueva normativa de la DGT, ha comenzado a incluir a estos vehículos en sus operativos rutinarios, especialmente durante los fines de semana y en zonas de ocio nocturno. Esta medida responde a una realidad preocupante: el creciente número de siniestros en los que se ven involucrados patinetes cuyos conductores presentaban tasas de alcohol o drogas por encima de lo permitido, poniendo en riesgo no solo su integridad física sino también la de peatones y otros usuarios de la vía pública.