Mantener los electrodomésticos en buen estado es uno de esos quehaceres domésticos que solemos postergar hasta que ya no hay remedio. Resulta irónico que nuestro lavavajillas, ese fiel aliado que limpia los platos y cubiertos con precisión, termine acumulando suciedad, cal y malos olores con el paso del tiempo. Durante años, el bicarbonato ha sido promocionado como la solución milagrosa para todo tipo de limpiezas en el hogar, pero nuevos métodos más eficaces y menos abrasivos han demostrado ser superiores para el mantenimiento de este electrodoméstico tan esencial.
La acumulación de residuos en el interior del lavavajillas no solo afecta su rendimiento, sino que también puede acortar significativamente su vida útil. Filtros obstruidos, brazos aspersores con incrustaciones y juntas ennegrecidas son problemas habituales que enfrentamos cuando no realizamos un mantenimiento adecuado. Sin embargo, contrario a lo que muchos creen, no es necesario recurrir a productos químicos agresivos ni a largas horas de limpieza manual para devolverle el brillo original a este electrodoméstico. Un simple vaso de vinagre colocado estratégicamente puede hacer todo el trabajo mientras nos dedicamos a otras tareas más placenteras.
1EL FIN DE UNA ERA: POR QUÉ EL BICARBONATO NO ES LA MEJOR OPCIÓN PARA TU LAVAVAJILLAS

El bicarbonato de sodio ha sido durante décadas el producto estrella en los hogares españoles para todo tipo de limpiezas. Su capacidad abrasiva y desodorante lo convirtió en el aliado perfecto para muchas amas y amos de casa. Sin embargo, cuando se trata del lavavajillas, este compuesto puede resultar contraproducente a largo plazo, ya que sus partículas pueden acumularse en rincones difíciles de aclarar y acabar obstruyendo conductos fundamentales para el funcionamiento del electrodoméstico.
Los fabricantes de electrodomésticos llevan años advirtiendo sobre los riesgos de utilizar productos no específicos en nuestros lavavajillas. El diseño interno de estos aparatos está pensado para trabajar con detergentes que se disuelven completamente, dejando los conductos y filtros libres de cualquier residuo que pueda comprometer su funcionamiento. El bicarbonato, al ser un sólido en polvo, puede no disolverse por completo y terminar acumulándose en zonas críticas, lo que a la larga puede suponer una avería costosa y totalmente evitable.