La vida es un montón de hilos retorcidos en «Renacer», y cada opción es una bola de hilo que no puedes ignorar. Suceden giros inesperados, se forjan alianzas poco logradas y se destapan secretos ocultos que tienen como consecuencia la destrucción de familias y de individuos, el episodio en cuestión que se emite hoy hace avanzar la historia de múltiples formas, pero, al mismo tiempo, cambia las perspectivas de los personajes.
Rengin, exhausta de ser finalmente apartada de lugar a lugar, orquesta su venganza con la pericia de quien ya no tiene nada que perder. Por su parte, Timur y Bahar tienen que enfrentarse con la realidad de su pasado a través de su hijo Uras, la beca de este en Londres coincide con la ocultación de una embarazo de Seren. Y, en el hospital, Sureyya viene a ser el corazón de una intriga que podría llevar a la muerte cualquier opción de reconciliación.
3LA MARIONETISTA QUE SUBESTIMAN

En el entorno del hospital, el personaje de Sureyya pone de manifiesto que un certificado en medicina puede ser igual de nocivo que un cuchillo. Con su reciente ascenso a jefa de cirugía, claro está cuál va a ser la primera jugada: «Si no puedo tener a Evren, haré todo lo posible para evitar que lo pueda tener cualquiera». La propuesta de readmitir a Timur y a Evren no es un acto de solidaridad, sino que, en realidad, constituye un ardid.
Ambos aceptan, pero cada uno con su plan escondido: el primero para intentar captar a Bahar, y el segundo, para conocer las maniobras de Sureyya. Lo que no conocen ni uno ni el otro es que Sureyya ya ha empezado el trabajo de envenenar las aguas: le susurra a Uras la inquietud sobre la beca, le deja caer que Seren es digna de alguien «menos egoísta». «Amar es sacrificarse», le dice mientras disfruta de cómo su coqueteo populista ha empezado ya a descascarar la relación de los jóvenes.
Y con Bahar hace algo muy similar, juega la carta del confidente, aun cuando cada palabra suya, manoseada como una gota de veneno, tiene motivos para separar a Bahar de Evren y acercarla a Timur… O a alguien peor. Pero su empeño, en realidad, es mucho más peligroso de lo que se puede imaginar. Sureyya no solo quiere separar a Bahar y a Evren, quiere quedarse como la única figura de autoridad en el hospital, e incluso no duda en sabotear cirugías para ello.
Hasta los más astutos, como Timur, empiezan a sospechar, al descubrir que Sureyya se saltaba las restricciones de acceso a archivos cerrados y se plantean hasta dónde es capaz de llegar. Pero cuando la acorrala, ella solo le puede dedicar una sonrisa: «¿O preferirías que le contase a Bahar lo que tienes entre manos contra Evren?».
Y con el peor movimiento de Sureyya aún por llegar. Acaba de descubrir que Seren está embarazada gracias a unos análisis falsificados y tiene la intención de utilizarlos como arma. «¿Te imaginas la cara que pondrá Uras cuando se entere por mí y no por Seren?», murmurará mientras guarda en un cajón el informe.