Las señales que emite nuestro cuerpo suelen ser los primeros indicadores de que algo no funciona correctamente. La enfermedad conocida como Esclerosis Múltiple (EM) se ha convertido en una preocupación creciente dentro del panorama sanitario español, con cifras que ya superan los 50.000 afectados y una tendencia al alza que inquieta a los especialistas. Detectar sus primeros síntomas, especialmente aquellos relacionados con las extremidades inferiores, puede marcar la diferencia entre un diagnóstico temprano y complicaciones futuras.
Las alteraciones en la movilidad y sensibilidad de las piernas representan uno de los principales signos de alerta que no deberían pasarse por alto. Hormigueos inexplicables, debilidad muscular repentina o dificultades para mantener el equilibrio son manifestaciones que, aunque podrían atribuirse inicialmente a cansancio o sobreesfuerzo, merecen atención médica cuando persisten en el tiempo o aparecen sin causa aparente. La esclerosis múltiple, considerada la segunda causa de discapacidad entre jóvenes adultos en España, continúa siendo una enfermedad infradiagnosticada en sus fases iniciales precisamente por la tendencia a normalizar estos síntomas.
4DIAGNÓSTICO TEMPRANO: LA CLAVE PARA FRENAR SU AVANCE

La detección precoz de la esclerosis múltiple resulta fundamental para implementar tratamientos que puedan ralentizar su progresión y minimizar el daño neurológico permanente. Desafortunadamente, el tiempo medio desde la aparición de los primeros síntomas hasta el diagnóstico definitivo sigue siendo demasiado largo en España, situándose en aproximadamente 2,5 años según los datos más recientes. Este retraso se debe en parte a que los síntomas iniciales como los problemas en las piernas suelen ser intermitentes y, cuando aparecen de forma aislada o con intensidad leve, pueden confundirse con otras patologías más comunes o incluso atribuirse a factores como el estrés o el cansancio.
Los avances en técnicas de neuroimagen, especialmente la resonancia magnética de alta resolución, han revolucionado la capacidad para diagnosticar esta enfermedad en estadios cada vez más tempranos. Estas pruebas permiten visualizar las lesiones características en el sistema nervioso central, incluso antes de que produzcan síntomas evidentes. Sin embargo, el verdadero desafío continúa siendo la identificación temprana de los casos sospechosos para derivarlos a unidades especializadas en neurología. Por ello, ante la presencia persistente de síntomas como hormigueo, debilidad o problemas de equilibrio en las piernas sin causa aparente, resulta imprescindible consultar con un profesional sanitario, especialmente si estos síntomas aparecen en personas jóvenes o de mediana edad.