Las señales que emite nuestro cuerpo suelen ser los primeros indicadores de que algo no funciona correctamente. La enfermedad conocida como Esclerosis Múltiple (EM) se ha convertido en una preocupación creciente dentro del panorama sanitario español, con cifras que ya superan los 50.000 afectados y una tendencia al alza que inquieta a los especialistas. Detectar sus primeros síntomas, especialmente aquellos relacionados con las extremidades inferiores, puede marcar la diferencia entre un diagnóstico temprano y complicaciones futuras.
Las alteraciones en la movilidad y sensibilidad de las piernas representan uno de los principales signos de alerta que no deberían pasarse por alto. Hormigueos inexplicables, debilidad muscular repentina o dificultades para mantener el equilibrio son manifestaciones que, aunque podrían atribuirse inicialmente a cansancio o sobreesfuerzo, merecen atención médica cuando persisten en el tiempo o aparecen sin causa aparente. La esclerosis múltiple, considerada la segunda causa de discapacidad entre jóvenes adultos en España, continúa siendo una enfermedad infradiagnosticada en sus fases iniciales precisamente por la tendencia a normalizar estos síntomas.
2PROBLEMAS DE EQUILIBRIO: EL SÍNTOMA MÁS REVELADOR

Las dificultades para mantener el equilibrio representan quizás el síntoma más característico y revelador de la esclerosis múltiple en su fase inicial. Muchas personas afectadas describen una sensación de inestabilidad al caminar, como si estuvieran ligeramente ebrias o caminando sobre una superficie inestable, sin haber consumido alcohol ni presentar ningún otro factor que justifique esa falta de coordinación. Esta alteración del equilibrio suele empeorar al cerrar los ojos o en condiciones de poca iluminación, lo que puede resultar especialmente problemático durante actividades cotidianas como ducharse o caminar de noche.
La rigidez muscular y los espasmos involuntarios en las piernas constituyen otro conjunto de síntomas frecuentemente asociados a esta enfermedad neurológica. Muchos pacientes experimentan contracciones musculares dolorosas, especialmente durante la noche o tras periodos de actividad física, así como una sensación de piernas «pesadas» o rígidas que dificulta movimientos que antes realizaban con total normalidad. Esta espasticidad, como se denomina técnicamente a esta rigidez muscular característica de la esclerosis múltiple, puede variar en intensidad desde una leve molestia hasta convertirse en un impedimento significativo para la movilidad, afectando considerablemente la calidad de vida de quienes la padecen.