lunes, 31 marzo 2025

Entra en un cuento de caballeros y castillos a solo una hora de Madrid

Hay lugares que consiguen transportarnos a otra época con solo cruzar sus puertas. A poco más de una hora de Madrid, entre suaves colinas y extensos campos de cereal, se alza orgullosa la villa medieval de Hita, un auténtico tesoro castellano que parece sacado de las páginas de un libro de caballería. Este enclave histórico, encaramado en lo alto de un cerro y coronado por los restos de su antiguo castillo, nos invita a retroceder varios siglos en el tiempo mientras recorremos sus empinadas callejuelas empedradas y atravesamos el majestuoso arco de Santa María, único superviviente de su antigua muralla defensiva.

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El encanto de Hita no radica únicamente en su indudable valor patrimonial, sino en la atmósfera medieval que impregna cada rincón y que se mantiene viva gracias a sus tradiciones centenarias y a su afamado Festival Medieval, declarado Fiesta de Interés Turístico Nacional desde 1964. Pocas experiencias resultan tan enriquecedoras como perderse por el trazado laberíntico de este municipio guadalajareño, detenerse a contemplar sus casas de estructura tradicional castellana o dejarse cautivar por las vistas panorámicas que se extienden desde lo alto de su cerro, abarcando un horizonte que parece infinito y que nos habla de la importancia estratégica que tuvo este enclave en tiempos pasados.

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TESOROS ARQUITECTÓNICOS OCULTOS ENTRE CALLEJUELAS

Fuente: Ayuntamiento de Hita

El entramado urbano de Hita esconde auténticas joyas arquitectónicas que merecen una visita pausada. Su iglesia parroquial, construida en el siglo XVI sobre los restos de un templo anterior, destaca por sus amplias proporciones y su esbelta torre. Aunque sufrió importantes daños durante la Guerra Civil, conserva elementos de gran valor artístico como su portada renacentista y algunos retablos barrocos que fueron restaurados con esmero, devolviendo al templo parte de su esplendor original. Este edificio religioso constituye una parada obligada en cualquier recorrido por la localidad, especialmente para quienes aprecian la arquitectura sacra castellana.

No menos interesantes resultan las casas-bodega excavadas bajo el cerro, testimonio de la importancia que tuvo la producción vinícola en la economía local durante siglos. Estas construcciones, características de la arquitectura popular de la región, aprovechaban las condiciones térmicas naturales del terreno para mantener el vino a temperatura constante. Muchas de ellas pueden visitarse hoy en día, ofreciendo una experiencia única que combina patrimonio y gastronomía. Los visitantes procedentes de Madrid suelen sorprenderse al descubrir este patrimonio subterráneo que configura una auténtica ciudad oculta bajo las calles visibles, con galerías que se extienden formando un laberinto fascinante que habla de la ingeniosidad de nuestros antepasados para adaptarse a las condiciones del entorno.


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