Hay lugares que consiguen transportarnos a otra época con solo cruzar sus puertas. A poco más de una hora de Madrid, entre suaves colinas y extensos campos de cereal, se alza orgullosa la villa medieval de Hita, un auténtico tesoro castellano que parece sacado de las páginas de un libro de caballería. Este enclave histórico, encaramado en lo alto de un cerro y coronado por los restos de su antiguo castillo, nos invita a retroceder varios siglos en el tiempo mientras recorremos sus empinadas callejuelas empedradas y atravesamos el majestuoso arco de Santa María, único superviviente de su antigua muralla defensiva.
El encanto de Hita no radica únicamente en su indudable valor patrimonial, sino en la atmósfera medieval que impregna cada rincón y que se mantiene viva gracias a sus tradiciones centenarias y a su afamado Festival Medieval, declarado Fiesta de Interés Turístico Nacional desde 1964. Pocas experiencias resultan tan enriquecedoras como perderse por el trazado laberíntico de este municipio guadalajareño, detenerse a contemplar sus casas de estructura tradicional castellana o dejarse cautivar por las vistas panorámicas que se extienden desde lo alto de su cerro, abarcando un horizonte que parece infinito y que nos habla de la importancia estratégica que tuvo este enclave en tiempos pasados.
1EL ARCO DE SANTA MARÍA: PORTAL A UN PASADO DE LEYENDA

El símbolo más reconocible de Hita se alza majestuoso en uno de los extremos del pueblo: el Arco de Santa María. Esta impresionante estructura de piedra constituye el único vestigio que se conserva de la antigua muralla medieval que protegía la villa en el siglo XV, cuando fue construida por acuerdo entre el concejo local y el Marqués de Santillana. Al atravesar este monumental arco, el visitante experimenta la sensación de cruzar un umbral que separa el mundo contemporáneo del medievo, adentrándose en un entramado urbano que ha mantenido su esencia a lo largo de los siglos.
La muralla que una vez rodeó todo el perímetro de Hita, ascendiendo hasta conectar con el castillo que coronaba el cerro, cumplía una función defensiva vital en tiempos convulsos. Aunque hoy solo podamos contemplar este arco, su presencia nos habla de la importancia estratégica que tuvo Madrid y sus alrededores durante la Reconquista y los siglos posteriores. Los expertos en arquitectura militar medieval consideran que esta puerta fortificada representa uno de los mejores ejemplos de ingeniería defensiva de la región, destacando por la solidez de su construcción y por detalles como el matacán que aún puede observarse en su parte superior, desde donde se podían arrojar proyectiles a posibles atacantes.