La ficción de la televisión tiene el poder de hacernos reír, llorar, reflexionar… Pero pocas veces alcanza a dejarnos una huella tan profunda como el reciente episodio de La Promesa, la serie de La 1 que ha tenido en vilo a millones de espectadores. La muerte de Jana -Ana Garcés- no fue solo un giro más de la narración, sino que terminó yendo más allá, se convirtió en un hecho que tocó las fibras de una vivencia compartida.
El triple capítulo emitido ayer, que reunió a más de millón y medio de espectadores, acabó entre lágrimas con un doloroso final: la muerte de Jana en los brazos de Manuel tras una larga y dolorosa batalla por salir adelante de una grave herida de bala. El creador de la serie, Josep Císter, se ha terminado abriendo a El Mundo por la decisión de matar a Jana. «Fue muy fuerte incluso para mí», manifestaba Císter, quien reconocía que la intensidad de la escena final había estado muy por encima de lo que había previsto.
1LA ESTRATEGIA DETRÁS DE LA MUERTE DE JANA

En el ámbito de las series existe una tendencia general hacia la muerte, el fallecimiento de un personaje principal siempre será una decisión de las arriesgadas. Pero en la promesa no fue así. Josep Císter ha enfatizado que las historias como los personajes tienen su propio ciclo y la muerte de Jana responde a la necesidad de reactivar el ritmo narrativo.
«Las historias se acaban consumiendo por ley natural», argumentó el creador de la serie, que abogó por este giro argumental como necesario para evitar que la serie cayera en la penuria.
La ejecución de esta resolución se resolvió hace unos seis meses, durante los cuales el equipo creador decidió que la muerte de Jana, sería la palanca del sentido.
«Nos interesaba que los espectadores terminaran despidiéndose del mismo modo que los personajes», dijo Císter, que se centró en el concepto de la identificación total con el dolor de los personajes. La escena final, donde muere Jana, rodeada de sus seres queridos, se había preparado para dejar la impronta adecuada en el espectador. Curro, María y Pía, otros personajes de la serie, se situaron alrededor de su lecho para aportar un sentido de pérdida colectiva, compartido por los espectadores.
Este tipo de narración no solo está dirigido a conmover, sino que al mismo tiempo apunta a abrir nuevas puertas en lo que es la trama. La muerte de Jana no es un final sino el principio de la nueva página llena de suspenso y tensión. Nuestro compañero Císter había dejado entrever que Curro se embarcará en una suculenta investigación y que la marquesa pasará a ocupar un primer plano inesperado compuesto por giros que prometen mantener a los espectadores en vilo, la serie deja ver así también que incluso en la tragedia puede haber sitio para una especie de reinvención.
El equipo de guionistas trabajó de manera muy concienzuda para que la muerte de Jana no fuese solo un recurso impactante, sino un acontecimiento del que se derivaran consecuencias inevitables dentro de la historia. «Todo se preparó para que la audiencia tuviera la sensación de que esa pérdida era irreversible y necesaria», comentó uno de los guionistas. Desde los diálogos hasta la música, de modo que en cada uno de los tópicos de sus guiones se optó por los elementos que por sí mismos maximizasen el impacto emocional.