miércoles, 2 abril 2025

El único sitio de tu casa a salvo de Alexa y sus escuchas

En los tiempos que corren, los hogares españoles se han transformado en auténticos centros tecnológicos donde los dispositivos conectados forman parte de nuestra cotidianidad como extensiones de nosotros mismos. La tecnología de Alexa presente en millones de hogares a través de altavoces inteligentes y otros dispositivos compatibles, ha revolucionado la manera en que interactuamos con nuestro entorno doméstico permitiéndonos controlar elementos tan diversos como la iluminación, la climatización o incluso realizar la compra semanal con simples comandos de voz. Sin embargo, lo que muchos consideran una comodidad, otros lo interpretan como una intromisión en la privacidad que genera inquietud y desconfianza.

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El debate sobre la privacidad en el hogar nunca había sido tan relevante como ahora, con dispositivos que escuchan permanentemente en espera de su palabra de activación y televisores inteligentes que recopilan datos sobre nuestros hábitos de consumo audiovisual. Los expertos en ciberseguridad llevan años advirtiendo sobre los riesgos asociados a estas tecnologías, señalando la fina línea que separa la conveniencia del control y vigilancia, especialmente cuando empresas tecnológicas tienen acceso a conversaciones privadas e información sensible que se produce en la intimidad de nuestros hogares. La cuestión que muchos se plantean es si realmente existe algún espacio en casa donde podamos estar completamente seguros de que nuestras palabras y acciones no están siendo monitorizadas.

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EL BAÑO: EL ÚLTIMO BASTIÓN DE LA PRIVACIDAD DOMÉSTICA

Fuente: Pexels

Resulta irónico que en plena era digital, el cuarto de baño se haya convertido en uno de los pocos espacios del hogar que aún permanece relativamente a salvo de la omnipresencia de dispositivos como Alexa o los televisores inteligentes. Por razones tanto prácticas como culturales, este espacio íntimo ha logrado mantenerse como un refugio relativamente libre de tecnología invasiva, principalmente por las condiciones de humedad y los riesgos asociados a la instalación de aparatos electrónicos en entornos húmedos. Esta circunstancia ha transformado inadvertidamente el baño en un espacio donde las conversaciones pueden desarrollarse sin el temor a activaciones accidentales de asistentes virtuales.

La preservación de este reducto de privacidad no es casual y refleja la necesidad humana de mantener ciertos espacios alejados del escrutinio tecnológico. Estudios recientes sobre comportamiento digital muestran que un número creciente de personas utiliza conscientemente el baño para hablar de temas sensibles, evitando así la presencia de dispositivos como Alexa que podrían estar registrando conversaciones, especialmente cuando estas incluyen información financiera, médica o simplemente íntima. Esta adaptación conductual evidencia cómo los usuarios, aun adoptando masivamente la tecnología de asistentes virtuales, desarrollan estrategias para proteger aspectos de su privacidad que consideran no negociables.


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