Muchas personas creen que dormir bien es cuestión de acostarse temprano y evitar distracciones, pero la realidad es mucho más compleja. El descanso de calidad no se basa únicamente en la cantidad de horas dormidas, sino en una combinación de hábitos que influyen en la capacidad del cuerpo para recuperar energía. En España, casi la mitad de los adultos sufre problemas de sueño, y las consecuencias de no descansar adecuadamente pueden afectar la salud física y mental.
Los expertos advierten que la privación de sueño prolongada puede reducir la esperanza de vida y aumentar el riesgo de enfermedades cardiovasculares y metabólicas. No basta con intentar dormir más, sino que es necesario identificar qué factores pueden estar interfiriendo en la calidad del descanso. Si el insomnio o los despertares frecuentes se han convertido en un problema recurrente, es posible que la clave no esté en la noche, sino en lo que ocurre durante el día.
5La importancia de desconectar antes de dormir

Las pantallas de dispositivos electrónicos han sido señaladas como uno de los mayores enemigos del descanso, ya que emiten luz azul que interfiere en la producción de melatonina. Revisar el teléfono antes de acostarse o ver una serie hasta tarde puede retrasar el inicio del sueño, haciendo que el cuerpo tarde más en entrar en fase de descanso profundo. Aunque muchas personas sienten que ver contenido en el móvil las relaja, en realidad están enviando señales erróneas a su cerebro.
La mejor forma de preparar el cuerpo para dormir bien es reducir la exposición a pantallas al menos una hora antes de acostarse. Leer un libro, practicar respiraciones profundas o tomar una infusión pueden ser estrategias más efectivas para inducir la relajación. A largo plazo, establecer una rutina nocturna sin pantallas mejora la capacidad del cerebro para identificar cuándo es hora de descansar.