Muchas personas creen que dormir bien es cuestión de acostarse temprano y evitar distracciones, pero la realidad es mucho más compleja. El descanso de calidad no se basa únicamente en la cantidad de horas dormidas, sino en una combinación de hábitos que influyen en la capacidad del cuerpo para recuperar energía. En España, casi la mitad de los adultos sufre problemas de sueño, y las consecuencias de no descansar adecuadamente pueden afectar la salud física y mental.
Los expertos advierten que la privación de sueño prolongada puede reducir la esperanza de vida y aumentar el riesgo de enfermedades cardiovasculares y metabólicas. No basta con intentar dormir más, sino que es necesario identificar qué factores pueden estar interfiriendo en la calidad del descanso. Si el insomnio o los despertares frecuentes se han convertido en un problema recurrente, es posible que la clave no esté en la noche, sino en lo que ocurre durante el día.
1La verdadera definición de dormir bien

A menudo se cree que dormir bien significa permanecer ocho horas sin interrupciones, pero los especialistas en sueño señalan que esa idea es errónea. El sueño de calidad se define por la sensación de descanso al despertar, la energía a lo largo del día y la capacidad de completar ciclos de sueño sin interrupciones prolongadas. No todas las personas necesitan la misma cantidad de horas, pero sí es fundamental que los ciclos se completen de manera adecuada.
Durante la noche, el cuerpo atraviesa diferentes fases de sueño, alternando entre el sueño profundo y el REM. Es completamente normal despertarse brevemente entre ciclos sin que esto afecte el descanso. Lo que sí puede perjudicar el sueño es la incapacidad de volver a conciliarlo, algo que suele estar relacionado con factores externos o hábitos que, sin darnos cuenta, pueden estar saboteando nuestro descanso.