El pollo al ajillo es un clásico de la cocina española que ha encontrado su lugar en mesas de todo el país. Se trata de un plato humilde pero lleno de sabor, que tiene profundas raíces en la gastronomía mediterránea, muy reconocida por su uso de ingredientes frescos y aromáticos.
Se dice que el pollo al ajillo se originó en el sur de España, donde el ajo es un ingrediente esencial en muchas preparaciones culinarias. La popularidad de este plato se disparó en la década de 1950, cuando se comenzaron a realizar reuniones familiares y comidas, convirtiéndose en un favorito en hogares, bares y restaurantes. La simplicidad de su preparación y el delicioso aroma que se produce al cocinarlo lo han convertido en una opción ideal para celebraciones y comidas familiares.
Además de su delicioso sabor, el pollo al ajillo es un plato versátil que puede servir como plato principal en almuerzos o cenas, y se puede acompañar de diversas guarniciones que complementan a la perfección su sabor intenso y aromático.
Ingredientes para el pollo al ajillo

– 1 kg de pollo (puedes elegir muslos, contramuslos o trozos de pollo)
– 8 dientes de ajo (puedes ajustar la cantidad al gusto)
– 100 ml de aceite de oliva virgen extra
– ½ taza de vino blanco (opcional, pero recomendado)
– 2 hojas de laurel
– Sal y pimienta al gusto
– 1 cucharadita de pimentón dulce (opcional, para aportar color y un ligero toque ahumado)
– Perejil fresco picado (para decorar)
Receta paso a paso

Preparación del Pollo
Paso 1: Preparar el pollo
Comienza limpiando el pollo y cortándolo en piezas si no lo has comprado ya en trozos. Puedes utilizar muslos, contramuslos o una combinación de ambos. Lava bien las partes del pollo bajo agua fría y sécalas con toallas de papel. Luego, salpimienta generosamente el pollo por todos lados para sazonarlo.
Paso 2: Pelar y trocear los ajos
Pela los dientes de ajo. Puedes dejarlos enteros o cortarlos en láminas, dependiendo de cuánto sabor a ajo desees que tenga el plato. Si prefieres un sabor más suave, puedes cortarlos en rodajas finas.
Cocina el pollo al ajillo
Paso 3: Calentar el aceite
En una sartén grande o cazuela, calienta el aceite de oliva virgen extra a fuego medio. Asegúrate de que el aceite esté bien caliente antes de añadir el pollo, pues esto ayudará a dorarlo y sellarlo adecuadamente.
Paso 4: Dorar el pollo
Agrega las piezas de pollo a la sartén, asegurándote de no abarrotar la sartén; si es necesario, cocina el pollo en lotes. Dora el pollo durante 5-7 minutos por cada lado, hasta que esté bien dorado y crujiente. Este paso es crucial, ya que el dorado aportará un sabor profundo al plato.
Paso 5: Incorporar los ajos
Una vez que el pollo esté dorado, añade los dientes de ajo pelados y las hojas de laurel a la sartén. Revuelve para que se mezclen con el pollo y el aceite caliente. Cocina durante unos 2-3 minutos hasta que el ajo esté dorado, asegurándote de que no se queme, ya que esto puede impartir un sabor amargo al plato.
Paso 6: Agregar el vino blanco
Si decides usar vino blanco, este es el momento de añadirlo a la sartén. El vino le dará un sabor increíble al pollo y ayudará a desglazar los jugos que quedaron en el fondo. Deja que el vino se reduzca durante unos minutos a fuego medio-alto, esto permitirá que se concentren los sabores.
Paso 7: Cocinar a fuego lento
Baja el fuego a medio-bajo, tapa la sartén y permite que el pollo se cocine a fuego lento durante 25-30 minutos. Esto asegurará que el pollo esté tierno y jugoso, mientras permite que los sabores se mezclen. Si ves que el líquido se evapora demasiado rápido, puedes añadir un poco más de vino o agua.
Finalizando el plato
Paso 8: Ajustar la sazón
Haz una prueba de sabor y ajusta la sal y pimienta si es necesario. Si deseas añadir pimentón dulce, este es el momento; revuélvelo bien para que se integre con los otros sabores.
Paso 9: Presentar el plato
Una vez que el pollo esté bien cocido y tierno, retira la sartén del fuego. Espolvorea perejil fresco picado por encima para darle un toque de frescura y color. Sirve el pollo al ajillo caliente en un plato, asegurando que incluya ajos dorados y las hojas de laurel.
Acompañamientos perfectos

- Puré de patatas
Ingredientes:
– 1 kg de patatas
– 100 ml de leche
– 50 g de mantequilla
– Sal al gusto
Instrucciones:
1. Pela las patatas y córtalas en trozos.
2. Hiérvelas en agua con sal durante aproximadamente 15-20 minutos o hasta que estén tiernas.
3. Escurre las patatas y tritúralas en un bol.
4. Añade la leche caliente y la mantequilla, mezcla bien hasta que quede suave. Ajusta la sal al gusto.
- Ensalada verde
Ingredientes:
– 100 g de lechuga (mezcla de hojas)
– 1 pepino, pelado y en rodajas
– 1 tomate, troceado
– Aceite de oliva, vinagre y sal al gusto
Instrucciones:
1. En un bol grande, mezcla las hojas de lechuga, las rodajas de pepino y el tomate.
2. Aliña con aceite de oliva, vinagre y sal al gusto.
- Arroz blanco
Ingredientes:
– 200 g de arroz
– 400 ml de agua
– Sal al gusto
Instrucciones:
1. Lava el arroz bajo agua fría hasta que el agua salga clara.
2. En una olla, hierve el agua con sal y añade el arroz.
3. Cocina a fuego medio-bajo durante 15-20 minutos o hasta que el agua se haya absorbido.
4. Retira del fuego y deja reposar durante 5 minutos antes de servir.

Sirve el pollo al ajillo acompañado de tu elección de guarniciones, ya sea un aromático puré de patatas, una fresca ensalada verde o un simple arroz blanco. Combina bien los sabores y asegúrate de mojar un trozo de pan en la rica salsa para aprovechar todos los sabores del plato.
El pollo al ajillo es un plato que combina tradición y sabor en cada bocado. Su aroma penetrante y su jugosidad hacen que sea una opción imperdible en cualquier comida. Ya sea que lo prepares en una ocasión especial o simplemente para disfrutar en familia, este plato sin duda dejará una profunda huella en el paladar de quienes lo prueben.
Adicionalmente, el pollo al ajillo puede servir como punto de partida para experimentar con diferentes ingredientes o guarniciones, adaptándolo al gusto particular de cada comensal. No dudes en hacer este clásico y disfrutar de una comida que es tan deliciosa como reconfortante. ¡Buen provecho!