Las gasolineras de bajo coste han proliferado en nuestro país durante la última década como una alternativa que promete ahorros significativos en nuestros desplazamientos. La decisión de repostar en estas estaciones de servicio suele basarse principalmente en el precio anunciado en sus grandes carteles, que invariablemente muestran cifras más tentadoras que las de las grandes petroleras. Sin embargo, detrás de estos aparentes chollos se esconden realidades que merecen un análisis detallado antes de decantarnos por esta opción.
El fenómeno de las gasolineras low cost no es nuevo, pero sí ha experimentado un auge considerable en tiempos de crisis económica y constante subida de precios. Estas empresas han sabido aprovechar la presión que sufren los bolsillos de millones de conductores españoles para posicionarse como una alternativa atractiva. Su modelo se fundamenta en recortar costes operativos al máximo: menos personal, ubicaciones más económicas, instalaciones más austeras y, en muchos casos, ausencia total de servicios adicionales que tradicionalmente se asocian con las estaciones de servicio convencionales.
1LA VERDAD DETRÁS DEL COMBUSTIBLE BARATO QUE POCOS CONOCEN

El primer aspecto que genera dudas entre los conductores es la calidad real del combustible que se puede encontrar en estas estaciones. Contrariamente a lo que muchos piensan, las gasolineras low cost están obligadas por ley a cumplir exactamente los mismos estándares de calidad que las grandes petroleras, sometiendo sus productos a controles periódicos por parte de las autoridades competentes, lo que en teoría garantiza unas condiciones mínimas aceptables para cualquier vehículo. Sin embargo, lo que no suele mencionarse es que el combustible base puede ser idéntico, pero los aditivos que mejoran el rendimiento y protegen el motor suelen ser distintos o aplicarse en menor cantidad.
La clave del negocio de estas gasolineras radica precisamente en su modelo operativo y no necesariamente en una menor calidad del producto base. Al reducir drásticamente los costes de personal y servicios, logran ofrecer precios más competitivos sin comprometer aparentemente la calidad esencial del combustible, aunque sí renunciando a componentes adicionales. Muchos conductores han optado por repostar regularmente en estas estaciones sin detectar problemas inmediatos en sus vehículos, lo que ha contribuido a normalizar su uso frente a las alertas que inicialmente generaron en el sector. No obstante, los efectos a largo plazo siguen siendo motivo de debate entre especialistas del sector automovilístico.