martes, 18 marzo 2025

El fin del dinero en efectivo ya tiene fecha en estos países ¿Y España?

El ritmo acelerado de la transformación digital está modificando todos los aspectos de nuestra vida cotidiana, incluida la forma en que realizamos nuestras transacciones económicas. El uso del dinero en efectivo está experimentando un declive significativo en numerosos países europeos, con algunos que ya han establecido fechas concretas para su completa desaparición. Esta tendencia, impulsada por la digitalización de los servicios financieros y el auge de los métodos de pago electrónicos, marca un punto de inflexión histórico en la evolución de nuestros sistemas monetarios.

Los expertos en economía y finanzas llevan años anticipando este cambio de paradigma, pero ahora las previsiones se han concretado con plazos específicos. Noruega planea convertirse en una sociedad completamente libre de efectivo en apenas 11 años, mientras que Lituania lo conseguirá en 14. España, por su parte, se sitúa en el séptimo puesto de esta particular carrera hacia la digitalización total del dinero, con una previsión de 24 años para despedirse definitivamente de las monedas y billetes. Este horizonte temporal abre un interesante debate sobre las implicaciones sociales, económicas y culturales de este cambio trascendental.

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EL IMPACTO SOCIOECONÓMICO DE LA DESAPARICIÓN DEL DINERO FÍSICO

Fuente: Freepik

La desaparición progresiva del efectivo está transformando profundamente los hábitos de consumo y la relación de los ciudadanos con sus finanzas. Estudios recientes demuestran que las personas gastan, de media, un 12-18% más cuando utilizan métodos de pago electrónicos en comparación con el efectivo, debido a la menor percepción psicológica del gasto. Este fenómeno beneficia claramente al comercio y la economía en general, impulsando el consumo y reduciendo la propensión al ahorro tradicional que caracterizaba a países como España. El sector bancario está adaptando rápidamente sus modelos de negocio a esta nueva realidad, cerrando sucursales físicas y potenciando servicios digitales, lo que está reconfigurando el mapa financiero del país.

Las implicaciones culturales y sociales de abandonar el efectivo son igualmente profundas. Tradiciones como la paga semanal a los niños, las propinas en restaurantes o las contribuciones en bodas están evolucionando hacia formatos digitales. En países como Suecia, ya es habitual ver colectas eclesiásticas realizadas con aplicaciones móviles, mientras que en España, la figura del huchaahorro personal está siendo reemplazada por aplicaciones financieras gamificadas que incentivan el ahorro digital. La transición también está generando un debate ético sobre el derecho al anonimato en las transacciones económicas, considerado por algunos como una libertad fundamental que desaparecería en un mundo completamente digitalizado. Estos cambios culturales son quizás los más difíciles de gestionar, y explican por qué incluso en los países más avanzados tecnológicamente, la eliminación total del efectivo requiere un horizonte temporal de varias décadas para permitir la adaptación social.

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