El gigante ruso de los hidrocarburos Gazprom, otrora una de las empresas más formidables del mundo, languidece convertido en una sombra de lo que fue. Expulsada de los mercados europeos como represalia por la invasión de Ucrania, la compañía estatal vislumbra un rayo de esperanza con las conversaciones de paz auspiciadas por EEUU, pero el daño ya está hecho: miles de millones anuales en pérdidas que la abocan a una oleada de despidos y a humillantes ventas de propiedades.
Gazprom fue fundada en 1989, en las postrimerías de la URSS. Su herencia soviética se refleja en su condición de empresa pública, ya que el Estado ruso controla la mayor parte de su accionariado, aunque la gestión económica y estratégica está en manos privadas. Hasta que estalló el conflicto entre Moscú y Kiev, era la segunda mayor petrolera del mundo, solo por detrás de la saudí Aramco, y aún controla el 15% de las reservas de gas del planeta.
La guerra decretada por el presidente de Rusia, Vladimir Putin, ha torcido la trayectoria de Gazprom hasta límites nunca antes vistos. El veto de la Unión Europea (UE) a los productos energéticos rusos la han abocado a pérdidas de 7.000 millones de dólares -cantidad reportada por la propia compañía en 2023- tras el desplome de sus ventas de gas y un descalabro del 82% en las de petróleo.
Gazprom se ha convertido, pues, en una víctima más del enfrentamiento bélico. Una difícil situación que ha obligado a la dirección a tomar dolorosas medidas.
PAGAN LOS DE SIEMPRE: LOS TRABAJADORES DE GAZPROM
Reuters, citando a una fuente interna de la compañía y otra con conocimiento de la toma de decisiones, señala que la plantilla de Gazprom Export, antes la unidad más próspera de la compañía, ha quedado reducida a una fracción de su anterior tamaño.
Esta división, que durante décadas ha sido la encargada de supervisar las ventas de gas a Europa de la Unión Soviética, primero, y después de la Federación Rusa, se ha reducido a solo unas pocas docenas de empleados, frente a los 600 con que contaba hace solo un lustro.
EL PLAN DE DESPIDOS DE GAZPROM PODRÍA AFECTAR HASTA AL 40% DE LOS EMPLEADOS QUE DESARROLLAN SUS FUNCIONES EN LA SEDE DE LA EMPRESA
Sin ventas en Europa, los empleados restantes se centran principalmente en litigios con compradores anteriores de la UE, han dicho las fuentes a Reuters. Gazprom Export es «solo una cáscara», afirman.
El empequeñecimiento del departamento de exportaciones es solo el primer paso del brutal ajuste de plantilla que el CEO de la empresa, Alexei Miller, tiene previsto. Hasta 1.500 empleados de Gazprom podrían verse en la calle, según las informaciones a las que ha tenido acceso la agencia.
Aunque los despidos aún no han sido anunciados oficialmente, la dirección habría pedido al personal que elabore presentaciones individuales enunciando los motivos por los que sus empleos deberían ser preservados. Los recortes podrían alcanzar al 40% de la plantilla que desarrolla sus funciones en la sede de Gazprom.
LA GUERRA ACABÓ CON LOS LUJOS
La disminución de la fuerza laboral llega acompañada de otras medidas más cosméticas. El ostentoso palacio de estilo italiano que alberga la rama de exportaciones del gigante en San Petersburgo tiene muchas papeletas para ser puesto a la venta, en un claro mensaje de que la opulencia es cosa del pasado.
Los motivos renacentistas de la fachada del edificio simbolizan los lazos de Rusia con Occidente, rotos desde que los tanques del Kremlin pusieron rumbo a Kiev. La adquisición del inmueble, hace 11 años, fue fruto de la asunción de que Gazprom mantendría siempre su posición de privilegio como proveedor de gas a Europa; su venta se convertiría en la perfecta representación de lo erróneo de esa idea.
EEUU SE HACE CON EL MERCADO
La confiada directiva de Gazprom falló al anticipar lo que ya está ocurriendo: una nueva era en la que el Gas Natural Licuado (GNL) de países como Qatar, Noruega y, sobre todo, los Estados Unidos de Donald Trump, será el protagonista del abastecimiento europeo.
En 2023, la UE importó más de 120.000 millones de metros cúbicos (bcm) de GNL. Estados Unidos fue el mayor proveedor de GNL del bloque, representando casi el 50% de las importaciones totales de este producto. En comparación con 2021, las importaciones procedentes de EEUU casi se triplicaron. Y esta dependencia de los envíos de Washington no hará sino agravarse ahora que el suministro ruso ha pasado a la historia.
Una de las primeras cosas que hizo Donald Trump tras iniciar su segunda etapa como inquilino de la Casa Blanca fue dejar claro a Europa que solo tiene dos opciones: ser cliente de sus hidrocarburos o enemiga jurada. Sin embargo, el controvertido mandatario no necesita recurrir a la coacción: cercenado el abastecimiento ruso, tendrá en el Viejo Continente un comprador complaciente y predispuesto.
RUSIA BUSCA NUEVAS RUTAS DE COMERCIO
Por otra parte, las negociaciones de paz en Ucrania, aún resultando fructíferas, tampoco permitirían a Gazprom recuperar lo perdido. Durante el conflicto, el continente europeo ha dado pasos de gigante en la descarbonización de su industria y consumo, adoptando además una fuerte política orientada a la independencia energética. Alemania, por ejemplo, no quiere ni oír hablar de volver a comprar gas ruso.
Según datos de la Comisión Europea (CE), las sanciones han reducido la cuota de mercado de Gazprom en la UE del 35% al 7%. Rusia ha conseguido redirigir parte de las exportaciones a Asia, esperanzada por la promesa de Putin de reemplazar a los clientes europeos con la siempre hambrienta China.
Sin embargo, de momento solo hay una ruta para que Rusia suministre gas por gasoducto a China: el conducto Power of Siberia, que transporta 38 millones de metros cúbicos (bcm) al año. Un segundo gasoducto más pequeño, con capacidad de transportar 10 bcm por año, está en construcción, y se prevé que conecte la isla rusa de Sakhalin con China para 2027. Por último, el proyecto de un tercer canal, el Power of Siberia 2, está sobre la mesa, pero hasta la fecha no se ha llegado a un acuerdo entre los dos países.