Los productos titulizados del tipo CLO (Collateralised Loan Obligations) son el paso evolutivo para todos esos inversores que buscan más rentabilidad en sus carteras de deuda, pero sin perder la liquidez y ganando en diversificación.
Se trata de carteras gestionadas de préstamos bancarios titulizados o, lo que es lo mismo, empréstitos convertidos en activos subyacentes para inversores en renta fija.

Tal y como explican en la gestora Janus Henderson, son instrumentos financieros -parecidos a los bonos- creados a partir de la agrupación de deuda como préstamos bancarios, hipotecas, créditos para automóviles o estudios universitarios, o los procedentes de tarjetas de crédito.
Todos estos préstamos se empaquetan en tramos de distinta calidad crediticia (rating) y se venden a los inversores (fondos de inversión). La rentabilidad de estos productos titulizados procede del pago de esos préstamos subyacentes.
Más en detalle, los CLO funcionan a través de un gestor de CLO que supervisa un conjunto de préstamos (entre 150 y 450 préstamos bancarios en EEUU, entre 100 y 150 en Europa) procedentes de entre 25 y 30 sectores y que emite en tramos o grupos de diversa calidad crediticia para que cada inversor elija el riesgo que quiere asumir.
Se trata de un mercado de más de un billón de dólares en activos y más de 100.000 millones en nuevas emisiones anuales entre 2022 y 2023. Estas cifras en crecimiento han acercado los CLOs a las cifras del mercado de High Yield, que ronda los 1,3 billones de dólares.
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El discreto encanto de los CLOs
Kareena Moledina, responsable de Gestión de Carteras de Clientes de Renta Fija (EMEA) de Janus Henderson, durante un encuentro formativo con periodistas, explicó las seis características clave de estas Obligaciones que explican su éxito.
Básicamente, los CLO destacan por la liquidez que ofrecen al tratarse de un producto a corto plazo y por si diversificación, pues se compra un pool de activos . Pero también, porque so un medio de reducir la volatilidad y porque no tienen riesgo de tipos de interés porque son flotantes.

En las últimas dos semanas, a pesar de la volatilidad causada por los aranceles, los CLO apenas se han movido.
En primer lugar, Moledina habló de las excelentes calificaciones de crédito y de cómo alrededor del 80% de los valores tienen un rating AAA. Además, recordó que ninguna CLO con calificación triple A ha incurrido nunca en impago en los más de 30 años de historia de esa clase de activos y que durante la crisis financiera global no se produjeron depreciaciones en las CLO con grado de inversión.
En segundo lugar, la experta destacó la estructura de los CLO según la cual el tramo AAA es el primero en recibir los pagos de los préstamos subyacentes (estructura en cascada). Y en tercer lugar, que son valores en los que el cupón flota sobre el tipo de interés vigente, lo que los hace menos sensibles a las bajadas de tipos.
Un cuarto aspecto que habla a favor de los CLO es una rentabilidad atractiva. Por ejemplo, señala Moledina, los tramos AAA suelen ofrecer rendimientos comparables a los de los bonos corporativos, a pesar de su mayor calidad crediticia media.
Los inversores necesitan adquirir activos de peor rating en el mercado de bonos corporativos para recibir un diferencial de crédito y rentabilidad similar al de los CLO
Y el quinto hace referencia a esa rentabilidad a tipo flotante que ofrece diversificación con respecto a muchos mercados de renta fija.
Para terminar, Moledina remató que el fuerte crecimiento del mercado de CLO ha ido acompañado de un aumento de los volúmenes de negociación y de una mejora de la liquidez.
MBS son CLO, pero con nueva regulación
Los inversores recuerdan que las MBS fueron parte del problema en la crisis financiera de 2008 al titulizar hipotecas subprime o de baja calificación crediticia. Sin embargo, a raíz de aquello, la regulación ha cambiado para mejor y la posibilidad de que las MBS repitan la crisis se ha reducido. Por ejemplo, ahora el emisor tiene que quedarse con una parte del activo.
Conviene recordar que el mercado de titulizaciones estadounidense alcanza los 14 billones de dólares, de los que un 63% son MBS, mientras que el europeo avanza hasta los 250.000 millones de euros con la salvedad de que el 95% tiene un rating de inversión (AAA).