viernes, 14 marzo 2025

El pueblo con solo 23 habitantes que esconde un tesoro medieval único

Escondido entre las montañas leonesas de los Montes Aquilianos, en el corazón de El Bierzo, sobrevive un testimonio excepcional de la España medieval que pocos conocen y menos aún han visitado. Este diminuto pueblo de apenas 23 habitantes permanece prácticamente inalterado desde hace siglos, conservando no solo su trazado medieval sino también un tesoro arquitectónico que expertos de todo el mundo consideran una de las joyas más valiosas del mozárabe europeo. Peñalba de Santiago representa ese raro privilegio de contemplar la historia intacta, lejos del bullicio turístico que ha transformado otros enclaves históricos españoles.

Las estrechas callejuelas empedradas y las casas tradicionales bercianas de piedra y pizarra conforman un conjunto arquitectónico de notable armonía paisajística. Pero lo que verdaderamente distingue a este pequeño núcleo rural es la iglesia de Santiago, un edificio del siglo X que constituye posiblemente el ejemplo más puro y mejor conservado de arquitectura mozárabe en toda la península ibérica. La singularidad de este templo, junto con la belleza casi mística del entorno natural que lo rodea en el Valle del Silencio, ha convertido este remoto pueblo en objeto de estudio para historiadores del arte y destino de peregrinación para quienes buscan experimentar la espiritualidad medieval en su estado más auténtico.

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UN LEGADO HISTÓRICO QUE TRASCIENDE LAS PIEDRAS

La importancia histórica de este pequeño pueblo va mucho más allá de su impresionante patrimonio arquitectónico visible. Peñalba de Santiago fue, durante la Alta Edad Media, un importante centro de conocimiento y espiritualidad vinculado a la actividad cultural promovida por San Genadio y sus sucesores. Los monasterios y eremitorios del Valle del Silencio funcionaron como auténticos centros de preservación y transmisión del saber durante siglos, produciendo manuscritos y obras artísticas de gran valor. Este legado intelectual, aunque menos tangible que los edificios conservados, constituye una parte fundamental de la historia cultural española y europea en un periodo crucial de formación de identidades tras la caída del Imperio Romano.

Las huellas de este pasado como centro de conocimiento permanecen no solo en documentos históricos sino en tradiciones orales, topónimos y costumbres que han sobrevivido en el pueblo hasta nuestros días. La memoria colectiva de sus habitantes ha preservado leyendas y relatos que conectan directamente con aquel pasado medieval, transmitidos de generación en generación durante siglos. Los actuales vecinos de Peñalba, conscientes de ser depositarios de un legado histórico excepcional, han desarrollado un fuerte sentido de responsabilidad hacia su conservación que explica el buen estado de preservación tanto del casco urbano como de tradiciones inmateriales. Esta continuidad cultural ininterrumpida entre pasado y presente constituye quizás el rasgo más extraordinario de este pueblo leonés, donde la historia no es algo museificado sino parte viva del presente comunitario.

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