viernes, 14 marzo 2025

El pueblo con solo 23 habitantes que esconde un tesoro medieval único

Escondido entre las montañas leonesas de los Montes Aquilianos, en el corazón de El Bierzo, sobrevive un testimonio excepcional de la España medieval que pocos conocen y menos aún han visitado. Este diminuto pueblo de apenas 23 habitantes permanece prácticamente inalterado desde hace siglos, conservando no solo su trazado medieval sino también un tesoro arquitectónico que expertos de todo el mundo consideran una de las joyas más valiosas del mozárabe europeo. Peñalba de Santiago representa ese raro privilegio de contemplar la historia intacta, lejos del bullicio turístico que ha transformado otros enclaves históricos españoles.

Las estrechas callejuelas empedradas y las casas tradicionales bercianas de piedra y pizarra conforman un conjunto arquitectónico de notable armonía paisajística. Pero lo que verdaderamente distingue a este pequeño núcleo rural es la iglesia de Santiago, un edificio del siglo X que constituye posiblemente el ejemplo más puro y mejor conservado de arquitectura mozárabe en toda la península ibérica. La singularidad de este templo, junto con la belleza casi mística del entorno natural que lo rodea en el Valle del Silencio, ha convertido este remoto pueblo en objeto de estudio para historiadores del arte y destino de peregrinación para quienes buscan experimentar la espiritualidad medieval en su estado más auténtico.

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LA JOYA MOZÁRABE QUE DESLUMBRA A LOS EXPERTOS

Fuente: Ayuntamiento de Peñalba de Santiago

En el centro de la localidad se alza imponente la Iglesia de Santiago, ejemplo extraordinario del arte mozárabe español construido en el año 937 bajo la dirección de Salomón, obispo de Astorga, como parte del proyecto espiritual iniciado por San Genadio. Este templo de dimensiones modestas pero proporciones perfectas representa la síntesis magistral entre elementos arquitectónicos cristianos y la influencia estética musulmana que caracteriza el arte mozárabe. Su planta de cruz latina con dos ábsides contrapuestos, sus arcos de herradura delicadamente tallados y sus capiteles decorados con motivos vegetales constituyen un conjunto de valor incalculable para comprender la evolución artística de la península ibérica durante aquel periodo de coexistencia cultural.

Lo que convierte esta iglesia en un caso único dentro del patrimonio medieval español es su excepcional estado de conservación, manteniendo intactos elementos originales del siglo X que habitualmente se han perdido en otros templos similares. Los frescos interiores, las inscripciones fundacionales y detalles decorativos han sobrevivido al paso de los siglos permitiendo a los visitantes contemplar prácticamente el mismo espacio que vieron los monjes mozárabes hace más de mil años. El interior del templo, con su juego de luces y sombras creado por las estrechas ventanas alabastrinas, genera una atmósfera de recogimiento espiritual que transporta inmediatamente al visitante a la experiencia religiosa medieval, constituyendo no solo un monumento histórico sino una verdadera máquina del tiempo sensorial.


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