El universo que rodea a La Promesa siempre ha sido un campo de intrigas, secretos y pasiones desmesuradas, pero el capítulo 548, que se emitirá el viernes 14 de marzo, significa un hito en la historia. Un solo disparo ha hecho saltar la tranquilidad del palacio, llevando a sus ocupantes a un caos del que quizás nunca logren salir.
Jana, uno de los personajes más querido y que también es, sin duda, uno de los personajes más complejos de la serie, se encuentra gravemente herida y las sombras de la traición y del misterio amenazan a todos y cada uno. Este capítulo es un golpe de efecto en la célebre ficción y un recordatorio de que, en La Promesa, no hay un alma que se salve.
2EL REGRESO DE BURDINA

En la confusión, se deja ver alguien quien ya conocemos: el sargento Burdina. No se trata de una casualidad y, de hecho, es la respuesta a un crimen que podría hacer saltar todos los frágiles equilibrios existentes en el palacio. Burdina, con mirada avasalladora y carácter desafiante, aparece como la salvación de todos, quien bien podría sacarlos del aprieto. Pero su llegada a la sala también es una advertencia de que nadie puede considerarse a salvo de la sospecha.
No pierde un instante y empieza a interrogar a todos los presentes en la sala de aquel ataque. Y cada palabra, cada gesto, cada mirada quedan bajo su mirada reprochadora que pone al descubierto las grietas de las narraciones de los interrogados, consciente de que en un mundo en donde los secretos quedan expuestos, la verdad se vuelve un bien muy escaso. Pero también ve que no tiene ningún inconveniente en arrastrar a quien corresponda por el camino.
La única pista certera que tiene es la desaparición de un arma del despacho de Alonso. En este sentido, la pistola que falta, también ayuda a la explicación, aunque su ausencia añade una capa de intriga a un relato ya de por sí intrincado. ¿Quién la ha tomado? ¿Acto premeditado o un acto de desesperación? Las preguntas se multiplican, las respuestas siempre esquivas.
Burdina también es consciente de las tensiones que embriagan a la familia Luján y a sus allegados. Es conocedor de que dentro de ese mundo de las apariencias y las traiciones, la verdad puede llegar a ser tan peligrosa como una bala; de ahí que ande con pies de plomo y una vez más se recoja en lo más interno de su ser, consciente de que un paso en falso podría implicar consecuencias irreversibles. A medida que va avanzando, también empieza a atisbar un patrón por donde va. Las piezas encajan en el rompecabezas, aunque cada nueva revelación le hace caer en un callejón más oscuro.