La higiene personal es un pilar fundamental para nuestra salud y bienestar, pero a menudo descuidamos ciertas partes del cuerpo que, sin embargo, son un verdadero caldo de cultivo para las bacterias. Si bien la ducha diaria es un hábito común, existe una zona que, sorprendentemente, suele ser ignorada por muchos: los pies.
Los pies, esos fieles compañeros que nos sostienen y nos permiten explorar el mundo, son a menudo víctimas del olvido en nuestra rutina de limpieza, convirtiéndose en un refugio ideal para las bacterias y otros microorganismos. La falta de ventilación, la humedad y el contacto constante con superficies contaminadas son factores que contribuyen a la proliferación de bacterias en esta parte del cuerpo.
3MÁS ALLÁ DEL AGUA Y EL JABÓN: LA RUTINA DE LIMPIEZA QUE TUS PIES NECESITAN

La higiene de los pies va más allá de lavarlos con agua y jabón durante la ducha, es necesario seguir una rutina de limpieza completa que incluya la exfoliación, el secado adecuado y el uso de productos específicos para mantener la piel sana y libre de bacterias. El primer paso es lavar los pies diariamente con agua tibia y jabón neutro, prestando especial atención a los espacios entre los dedos.
Después del lavado, es importante secar los pies a conciencia, utilizando una toalla limpia y suave y asegurándose de que no quede humedad entre los dedos, ya que este es un caldo de cultivo ideal para las bacterias y los hongos. Si tienes tendencia a sudar mucho, puedes utilizar un secador de pelo con aire frío para asegurarte de que los pies quedan completamente secos.
Una o dos veces por semana, es recomendable exfoliar los pies para eliminar las células muertas y la suciedad acumulada, para ello, puedes utilizar una piedra pómez, un cepillo de cerdas suaves o un exfoliante específico para pies. La exfoliación ayuda a prevenir la aparición de callos y durezas, y facilita la absorción de los productos hidratantes.