Pocos programas de televisión han conseguido atrapar el interés de la audiencia como lo ha hecho el espacio de ‘La isla de las tentaciones’. Esta séptima edición, concretamente esta edición, presenció el nacimiento de un personaje que ha traspasado la pequeña pantalla y se ha erigido en un fenómeno cultural incuestionable: Montoya. Su carácter, su forma de ser y su capacidad para dar mucho juego han promovido su meteórico ascenso, no solo en el ámbito del país de España, sino también más allá de sus fronteras.
Pero lo más impresionante es que este personaje ha sabido sacarle partido a su aparición en la red y se ha convertido en un referente publicitario y en un objeto de estudio para los expertos en la materia. Montoya no es un concursante más, es todo un imán, un creador de memes, un influencer en toda regla. Su impacto ha sido tal que su propio nombre ya forma parte del imaginario colectivo: el «Montoya, por favor» ha resonado a través de las redes sociales y en la conversación de calle.
2DE LA FAMA AL NEGOCIO

Si hay algo que caracteriza a Montoya es la pericia que ha tenido para convertir su figura mediática en un dinero a través de las redes sociales. Para Marc Florensa, experto en el marketing digital y profesor de la Universidad de Vic, Montoya recibe entre 3.000 y 5.000 euros (dependiendo del tipo de publicidades a las que asista) por cada post de colaboración y las cifras no dejan de ser sorprendentes si uno tiene en cuenta el volumen de followers y la engagement que ha sabido captar a través de Instagram o TikTok.
¿Y cómo lo ha conseguido? Montoya ha entendido a la perfección que la fama mediática es sólo la mitad de la historia. La máxima media es saber qué hacemos con esa fama y lo segundo, Montoya ha mostrado que se ha convertido en un experto a la hora de gestionar su fama. En su perfil no existen los límites y mezclas todo tipo de colaboraciones, desde ropa a productos de belleza e hidratos de carbono o bebidas energéticas, pasando por el «entertainment». Cada una de esas publicaciones no las entiende solo como una manera de ganarse unos ingresos, sino que las aprovecha para alimentar su imagen de influencer.
Pero no todo va lingüísticamente perfecto. Con la advertencia de Marc, el perfil de Montoya se entiende que va asociado a que las marcas buscan conseguir un impacto «a corto plazo». Es decir, que aunque él esté en el centro del mercado, si no cambia su imagen conforme la situación presente va bajando, por el hecho de no saber apoderarse bien del público; su reto no está solo en aplanar el periodo.
Pero Montoya no solo postea el contenido de las diferentes publicidades, sino que a última hora se puede escuchar, ya que también hace un uso frecuente de sus followers y se siente especialmente cercano a su audiencia. De este modo, también aumenta su engagement y lo convierte en alguien accesible, auténtico, interés que les genera a las marcas.