«En lugar de usar el dinero de los contribuyentes, el dinero de los ciudadanos, para pagar gas cuyos ingresos terminan en el cofre de guerra de Putin, necesitamos asegurarnos de que producimos nuestra propia energía». Son palabras del el comisario de Energía de la Unión Europea (UE), Dan Jorgensen, quien agregó que su trabajo es asegurarse de que el hidrocarburo que consuma la Unión «sea barato y no ruso».
Las declaraciones de Jorgensen refiriéndose al presidente de Rusia, Vladimir Putin, fueron pronunciadas en una entrevista conjunta con los medios y recogidas por Reuters. El comisario abordaba de esta forma el compromiso de la UE de dejar de usar combustibles fósiles rusos para 2027, en respuesta a la invasión de Ucrania por parte de Moscú en 2022.
Sin embargo, aunque las entregas de gas ruso por gasoducto han disminuido drásticamente, la UE aumentó sus importaciones de gas natural licuado (GNL) ruso el año pasado. Con todo, los precios de referencia del gas en Europa alcanzaron máximos de dos años la semana pasada.
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En consecuencia, el bloque comunitario buscará obtener más gas de países como Estados Unidos para reemplazar los suministros rusos y acelerará la expansión de la energía renovable para reducir su dependencia general de este combustible, según afirmó el comisario de Energía de la UE.
Jorgensen señaló que Bruselas está preparando cambios en las normas de permisos para acelerar la construcción de energía renovable. Para las industrias y la calefacción doméstica, donde el gas no puede ser reemplazado rápidamente por electricidad, afirmó que la UE intensificaría sus esfuerzos para encontrar suministros alternativos.
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Por otro lado, el precio de la luz es profundamente dependiente del coste del gas natural en el mercado. El motivo es que, a pesar de todos los esfuerzos y compromisos de transición energética, los hidrocarburos sigue teniendo un rol crucial en la generación eléctrica en todo el mundo.
Una importante fracción de la generación eléctrica global se hace a través de centrales de ciclo combinado, que utilizan gas natural como principal fuente de energía. Por consiguiente, las variaciones en el precio de esta materia prima repercuten directamente en la factura de la luz que pagan los consumidores.
«Aún habrá necesidad de gas, y ahí tendremos que encontrar otras fuentes además de Rusia, lo que también podría significar una mayor importación desde Estados Unidos», adelantó Jorgensen.
En este sentido, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, echó mano al principio de su mandato de su habitual dialéctica de choque para dejar claro a Europa que solo tiene dos opciones: ser cliente de sus hidrocarburos o enemiga jurada. A tenor de las palabras de Jorgensen, el neoyorquino no necesita recurrir a la coacción para vender su mercancía. Al otro lado del ‘charco’ tiene compradores complacientes y predispuestos.
Ya a finales del pasado mes de noviembre, la presidenta del Banco Central Europeo (BCE), Christine Lagarde, apuntaba que la estrategia europea para evitar una guerra comercial entre Estados Unidos y la UE podría pasar por ofrecer a su socio transatlántico comprar más productos estadounidenses, como gas o armamento, en vez de abordar las diferencias mediante represalias.
MEDIDAS PARA MODERAR LOS PRECIOS DEL HIDROCARBURO
La Comisión Europea no compra gas directamente, pero ha elaborado planes para entablar negociaciones con proveedores de GNL y considerar inversiones en infraestructura de exportación de GNL en el extranjero para intentar asegurar más contratos a largo plazo con precios estables, según mostraron borradores de documentos reportados a principios de la semana pasada por Reuters.
Según la legislación de la UE, los contratos de gas en el territorio comunitario deben finalizar antes de 2049 para alinearse con el objetivo del bloque de alcanzar cero emisiones netas para 2050. Jorgensen confirmó que la Comisión está trabajando en controles más estrictos del mercado del hidrocarburo para evitar que la especulación provoque picos de precios y propondrá la próxima semana «instrumentos financieros» diseñados para desvincular los precios minoristas de la electricidad de los altos precios del gas.