El invierno mediático que se le avecina a la izquierda española ante su posible salida del poder en 2027 será más leve si el sanchismo consolida su control del Grupo Prisa, que es el único gran contrapeso al que la ciudadanía progresista podría asirse frente al mastodóntico ejército periodístico conservador (que en caso de cambio político se vería reforzado por RTVE, Telefónica, Godó y Mediaset España).
Prisa ha recuperado su línea editorial favorable al centro-izquierda bajo el control de Joseph Oughourlian, que en los últimos meses ha pasado de ser aliado a generador de una gran desconfianza por parte del núcleo duro que rodea al presidente del Gobierno Pedro Sánchez.
En La Moncloa han logrado que esté a punto de nacer una televisión progresista de línea progubernamental, pero Oughourlian ha obtenido una victoria que podría acabar siendo amarga para él: Prisa no financiará el canal, que finalmente será sufragado por algunos de sus empresarios españoles (Adolfo Utor, Diego Prieto o Andrés Varela Entrecanales).
El presidente de Prisa acierta al diagnosticar que la nueva televisión que dirigirá su enemigo íntimo José Miguel Contreras no responde a ninguna lógica empresarial (ya que Prisa debe más de 800 millones de euros, la industria del abierto está menguante y el proyecto por muy modesto que nazca será previsiblemente será deficitario).
Pero también es cierto que esos mecanismos políticos han facilitado el rentabilísimo desembarco de Oughourlian en Indra. O que los incontables favores publicitarios de administraciones regidas por el PSOE han evitado que en sus casi 4 años como presidente Prisa se haya devaluado incluso más que las 2/3 partes que ha cedido la acción del grupo (que ha pasado de los 1,05 euros cuando accedió al cargo a los poco más de 30 céntimos en los que se mueve en la actualidad).
En el PSOE creen que las derechas han copado las televisiones privadas con estrellas como Pablo Motos, Ana Rosa Quintana, Vicente Vallés e Iker Jiménez. Y tiene derecho a promover cierto equilibrio mediático, que es algo que llevaba años pidiendo Podemos ante la pasividad socialista.
Aun así, ese desequilibrio no legitimaría que RTVE se volviera a convertir en financiadora de una nueva televisión privada rival a través de compras a productoras impulsoras de la misma (ya se hizo con lluvia de contratos a Globomedia, Mediapro o El Terrat cuando nació La Sexta bajo el zapaterismo y quizá ahora se repite con programas de LaCoproductora de Prisa y The Pool de Varela Entrecanales con la nueva ‘Prisa TV’ del sanchismo).
Ni tampoco legitima que desde La Moncloa se hagan favores a la nueva beautiful people prosocialista que en supuesta defensa del progresismo mediático se está haciendo de oro.
CLAVES
El presidente de Prisa Media Carlos Núñez acumula tensiones y jornadas maratonianas en los últimos días. El directivo dio la buena nueva del proyecto televisivo este domingo en El País y explicó que Prisa simplemente aportará «la hoja de ruta, la gestión y muchos contenidos, pero en sus primeros años el proyecto televisivo estará totalmente financiado por accionistas que ya están comprometidos con la iniciativa, lo que eliminará cualquier riesgo financiero para Prisa en este proyecto».

«Desde el principio, contamos con el alineamiento de los accionistas para el desarrollo de este proyecto, dado que es parte integral de nuestra estrategia. Pero siempre que no se comprometa la situación financiera del grupo. Y aunque las necesidades de financiación de este proyecto no son muy sustanciales en comparación con otros proyectos estándar de televisión, la situación actual de Prisa desaconseja asumir compromisos financieros adicionales. La solución ideal era circunscribir esta nueva financiación, que insisto, estará fuera del perímetro de Prisa, a los actuales accionistas de la compañía», asegura.
Resulta paradójico que sea un directivo de Prisa el que anuncie un proyecto que no contará con ni una sola acción de la compañía, pero aun así Núñez reconoce que el objetivo de los impulsores del proyecto «es lograr una licencia de televisión que nos de acceso a un pool de ingresos publicitarios al que ahora no tenemos acceso, y abrir una nueva ventana de distribución de contenidos en un entorno en el que actualmente no estamos presentes».
«Eso nos permitiría acelerar aún más nuestra presencia audiovisual digital, de modo que podríamos servir esos nuevos contenidos en todos nuestros canales. Consolidar nuestra plataforma de contenidos. Por lo tanto, si hay una licencia disponible, ya sea vía concurso o incluso mediante el alquiler, para Prisa Media sería un paso absolutamente natural en la evolución de su estrategia audiovisual», añade.
El plan de negocio, avanza, «es muy prudente, incluso conservador. No hemos proyectado números que luego no se puedan cumplir. Podemos crecer rápidamente porque partiremos de cero y contaremos con el apoyo de nuestras marcas líderes, pero no tenemos la aspiración de competir con los grandes canales generalistas de televisión».
«Si no contáramos en Prisa Media con los mejores periodistas y creadores de contenido de calidad, ni nos hubiéramos planteado saltar a la televisión. Esta apuesta es factible gracias al talento profesional que hemos ido atesorando y alimentando a lo largo de muchos años», añade.
LA RUINA DE LA SEXTA
La intención de Oughourlian es evitar que se repite una ruina similar a la que supuso La Sexta, que bajo la dirección de José Miguel Contreras perdió más de 515 millones de euros entre su puesta en marcha en 2006 y su último año antes de ser absorbida por Antena 3, 2011. Televisa, Globomedia, El Terrat o Bainet sufrieron gravísimas pérdidas mientras Jaume Roures, Tatxo Benet, Emilio Aragón o Daniel Écija cobraban millonarios bonus por objetivos y Mediapro amortizaba su inversión gracias a convertirse en el gran proveedor del canal y a los contratos que recibía de RTVE.
Algunos accionistas minoritarios amagaron con querellarse contra algunos directivos por competencia desleal, pero la sangre finalmente no llegó al río. A ello ayudó la constitución de Atresmedia, que logró que algunos minoritarios rebajasen sus pérdidas mientras veían alarmados que Roures seguía ejerciendo como el gran proveedor de La Sexta hasta que su guerra contra Antonio García Ferreras le dejó en fuera de juego a nivel televisivo a finales de 2018.