miércoles, 19 febrero 2025

La banca digital le come terreno a la tradicional: en 2022 ya había captado casi 10 millones de cuentas

La banca digital cerró 2022 con cerca de 10 millones de cuentas bancarias, casi 2,2 millones más que las que tenía a cierre de 2018, según los datos aportados por Funcas es su ‘Estudio sobre el sector bancario español: estructura operativa, cambio tecnológico y transición verde’.

El porcentaje de cuentas de estas entidades aumentó así del 11,92% de 2018 al 13,98% de 2022.

Este aumento ha ido en detrimento de la banca tradicional, que si bien mantiene una posición mayoritaria en el mercado, ha ido mermando: en 2018, tenía una proporción de cuentas del 88,08%, mientras que al término de 2022 era del 86,02%.

Funcas también recoge la evolución del volumen de depósitos en cuentas de la banca exclusivamente digital y su porcentaje sobre el dinero total depositado en el sistema bancario español desde 2008 hasta 2022.

Este volumen se ha triplicado de 20,3 a 59,8 millones de euros desde 2008, si bien el crecimiento ha sido «especialmente significativo» a partir de 2018. Al final de 2022, el porcentaje de depósitos digitales sobre los depósitos totales era del 7,49%, 2,07 puntos más que el observado al final de 2018.

Funcas puntualiza que en esta banca digital también se incluyen aquellas que han surgido emparadas por las propias entidades financieras tradicionales, como es el caso de imagin, de CaixaBank, o de Openbank, de Santander.

Explica que estas entidades se caracterizan por operar exclusivamente en el entorno digital, ofreciendo servicios bancarios sin sucursales físicas. Así, a diferencia de los bancos tradicionales, las entidades digitales están diseñadas para funcionar completamente a través de aplicaciones móviles y plataformas en línea, lo que les permite reducir costos operativos «significativamente».

Esto les puede permitir ofrecer a los clientes comisiones «más bajas» y agilizar los procesos de apertura de cuentas y gestión de productos financieros, como préstamos o tarjetas de crédito.

Sin embargo, por ser «relativamente nuevos», los neobancos enfrentan retos regulatorios y su sostenibilidad a largo plazo «en un sector tradicionalmente dominado por instituciones con una fuerte presencia física».

INVERSIÓN EN TECNOLOGÍA

Para adaptarse a la era digital y los cambios que la tecnología ha traído, la banca española está realizando un «esfuerzo sustancial» que Funcas mide en la inversión tecnológica que están realizando.

«Este proceso ha impulsado a los bancos a destinar cuantiosas sumas en herramientas tecnológicas avanzadas y en mejorar la infraestructura digital, con el objetivo de ofrecer servicios más ágiles, personalizados y accesibles para satisfacer las nuevas demandas del mercado», comenta al respecto.

Así, cuantifica que los diez principales bancos españoles, por activos totales, invirtieron un total de 5.125 millones de euros en 2023, frente a los 2.313 millones de euros de 2014, lo que supone duplicar la inversión en prácticamente diez años.

«De mantenerse esta tendencia en los próximos años, estimamos que para 2025 el volumen total de inversiones en TI será cercano a los 8.000 millones de euros en el año 2030», explica el análisis de Funcas.

Si se mide como una ratio sobre los gastos operativos –conocida como ratio de inversión en tecnología– de 2014 a 2023 se situó, de media, en torno al 6,67%, pasando del 4,49% de 2014 al 7,87% de 2023. El máximo, sin embargo, fue en 2022 cuando los gastos en tecnología suponían un 8,57% de los gastos operativos.

«Esto supone que por cada 100 euros que los bancos gastan para el desarrollo de su actividad, cerca de ocho euros se destinan a tecnología», explican. Además, se trata de cifras que empiezan a estar en consonancia con los demás países europeos del entorno y los grandes bancos estadounidenses.

Sin embargo, el informe recoge «importantes diferencias» entre las diez principales entidades de España: entre el banco con mayor ratio de inversión en tecnología (11,69%) y el que menos (3,59 %) hay hasta ocho puntos porcentuales de diferencia. Esto implica que, aunque todos están invirtiendo, no avanzan al mismo ritmo y que tienen estrategias distintas en función, posiblemente, de su tamaño, enfoque de negocio, base de clientes y recursos disponibles.


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