La alcachofa se trata de una de esas verduras que, a pesar de su valor nutritivo, usualmente pasan desapercibidas, tienen un regusto que desconcierta, porque no tiene nada que ver con su aspecto, y están llenas de lo que nuestro organismo necesita. Aunque no lo creas, se pueden hacer muchas elaboraciones con ella, de modo que son un ingrediente versátil en la cocina, al igual que resultan bastante interesantes para la alimentación de los seres humanos.
Si alguna vez has probado las flores de alcachofa en un restaurante o en una comida a la que asististe y te has quedado extrañado con su aire y regusto, no te preocupes en buscar más, porque aquí te vamos a sacar de la duda de cómo prepararlas en tu propia cocina y verás que el resultado puede ser incluso más delicioso que el de las flores que probaste anteriormente.
3¿Cómo se pela?
Antes comenzar con la preparación de las flores de alcachofa, necesitamos pelarla. Esto puede resultar un poco intimidante inicialmente, pero debes creernos cuando te decimos que vale la pena hacer el esfuerzo, porque el resultado es ideal. Aquí te dejamos unos consejos para que aprendas a pelarla correctamente:
- Eliminar las hojas exteriores. Comienza retirando todas las hojas exteriores verdes. Estas hojas son duras y poco comestibles, de este modo que asegúrate de quitarlas todas, hasta que llegues a las hojas más tiernas.
- Cortar el rabillo. Con un cuchillo cebollero, reduce el rabillo a su mínima expresión, quítale todo el tallo y deja solo una pequeña porción que es necesaria para que la flor se sostenga, de modo que te quedarás únicamente con el pimpollo, y te desharás del tallo, porque es demasiado fibroso
- Retirar los despojos del rabillo. Usando una puntilla (un cuchillo bastante pequeño y muy afilado), asegúrate de retirar los restos del tallo y del rabillo. Este procedimiento es fundamental para que la alcachofa tenga una pinta limpia y bonita.
- Cortar la porción superior. Corta bien la porción superior de la alcachofa, que es el equivalente a 1/3 de la parte de arriba, para que solo te quede la porción más tierna y sabrosa.
- Evitar que se oxide. Al tiempo que las hayas pelado, ponlas en un tazón con agua fría, perejil y un poco de limón. Esto evitará que se oxiden y se pongan marrones mientras tanto las preparas.