La alcachofa se trata de una de esas verduras que, a pesar de su valor nutritivo, usualmente pasan desapercibidas, tienen un regusto que desconcierta, porque no tiene nada que ver con su aspecto, y están llenas de lo que nuestro organismo necesita. Aunque no lo creas, se pueden hacer muchas elaboraciones con ella, de modo que son un ingrediente versátil en la cocina, al igual que resultan bastante interesantes para la alimentación de los seres humanos.
Si alguna vez has probado las flores de alcachofa en un restaurante o en una comida a la que asististe y te has quedado extrañado con su aire y regusto, no te preocupes en buscar más, porque aquí te vamos a sacar de la duda de cómo prepararlas en tu propia cocina y verás que el resultado puede ser incluso más delicioso que el de las flores que probaste anteriormente.
2¿Qué hace que estas flores sean tan especiales?
Cuando ves una alcachofa en un plato, lo primero que te salta a los ojos es su presentación. La faceta en que las hojas se abren, creando una flor casi perfecta es visualmente muy atractivo, otro elemento del que te das cuenta cuando la pruebas es su textura crujiente, que contrasta con la ternura de la porción interior. Es un plato resultón y, además, adorable. Es cierto que en muchos restaurantes se preparan principalmente por su estética, pero la realidad es que el gusto que tienen es aún más sorprendente.
La que se usa para preparar estas flores generalmente es confitada. Esto es el núcleo de esta preparación, porque es lo que les da una textura tierna y jugosa, que no es posible obtener cocinándolas de otra manera. Algunas personas prefieren freír la alcachofa, pero, nosotros recomendamos hacerlas confitadas para que obtengan una textura rebosante más benigna y sabrosa.