El emérito Juan Carlos I es nuevamente objeto de interés público debido a una información desvelada en el portal web elnacional.cat, que recoge las afirmaciones de la periodista Pilar Eyre. No solamente se trata de lo polémico que ha sido su pasado y lo que ocurrió en el festejo de su octogésimo séptimo cumpleaños, sino también del vigor inesperado del que todavía disfruta a su edad y de un tratamiento que está siguiendo para lograrlo.
Según lo que ha podido saberse recientemente, los rumores que corren es que tal vitalidad de Juan Carlos I es el efecto producto de un tratamiento con testosterona al que se somete y que le ha permitido mantener una vida íntima similar a la de un individuo de mucha menor edad. Se trata de un asunto que está sometido a un gran debate y que genera una cantidad de preguntas sobre los progresos de las investigaciones científicas y como el ser humano puede o debe moralmente beneficiarse de ellos.
6¿Cómo influye la vitalidad de Juan Carlos I y lo que percibe la sociedad de ello?
Juan Carlos I siempre será una figura rodeada por el debate público. En torno a él siempre encontraremos opiniones divididas, unos lo admiraban porque lo consideran un ícono carismático contemporáneo, otros lo adjetivaban por los problemas públicos que ha tenido y por su forma actuar, que es bastante polémica. El que haya decidido someterse a terapias de reemplazo de hormonas no ha dejado de llamar la atención de expertos, medios y redes sociales, fortaleciendo la imagen que tiene de un personaje auténtico, fiel a su estilo de vivir, a pesar de sus años.
Otro elemento a considerar es que la revelación de estos datos ha creado una reconsideración sobre la manera en que una sociedad observa el proceso de envejecimiento. Ahora, todos estamos obsesionados con permanecer jóvenes y ser naturales, e individuos como Juan Carlos I acaban con los parámetros establecidos sobre la forma en que se debe envejecer, acudiendo a la ciencia.