José María Álvarez-Pallete, deja hoy tras 9 años, la presidencia de Telefónica.
Madrileño nacido en 1963, durante la última década ha sido una figura clave en el sector de las telecomunicaciones, tanto en España como a nivel global. Al frente de Telefónica desde abril de 2016, su presidencia no ha sido precisamente un camino de rosas. Le ha tocado enfrentarse a retos enormes: una deuda histórica, la evolución de un sector en crisis, y un complicado entorno regulatorio. Por si fuera poco, su gestión ha estado marcada por inestabilidad accionarial y movimientos accionariales que, en más de una ocasión, le cogieron por sorpresa. Bajo su mando la compañía ha vivido algunos momentos convulsos, de inestabilidad accionarial y política, incluso ha estado cerca de fusionarse con operadores internacionales en más de una ocasión. Su presidencia además estuvo marcada por la sombra del legado de César Alierta, que no siempre fue fácil de gestionar.
Álvarez-Pallete : De la mano de Alierta al liderazgo
Economista de formación, Álvarez-Pallete comenzó su carrera en Telefónica en 1999. Su ascenso fue rápido, ocupando cargos clave como el de consejero delegado en diversas áreas de la compañía. Pero fue César Alierta, su mentor y quien fuera presidente de Telefónica durante una época de expansión global, quien confió en él, siendo esto una sorpresa incluso para sus más cercanos, para tomar las riendas de la empresa en 2016. En 2021 recibió el Premio Merca2 al empresario del año.
Una presidencia marcada por decisiones difíciles
Desde su llegada, Álvarez-Pallete dejó claro que su prioridad era estabilizar la compañía y reducir la deuda acumulada en años de compras masivas, no todas estratégicas ni todas lógicas. Está era una exigencia del mercado para asegurar el valor accionarial. Paradójicamente, y pese a que se hizo un esfuerzo notable de reducción de deuda y de costos operativos, con constantes desvinculaciones de personal, esa reducción no fue premiada por los mercados de la manera esperada, aumentando la confusión y frustración.
Álvarez-Pallete, adaptándose a los nuevos tiempos, cambió totalmente el enfoque expansivo de su predecesor por una estrategia de consolidación, centrándose en mercados clave como España, Brasil, Alemania y Reino Unido. Esta decisión le permitió aligerar las cuentas, pero no pudo evitar que el sector en su conjunto siguiera perdiendo ingresos frente a gigantes tecnológicos como Google o Facebook.
Entre sus movimientos más sonados está la venta de Telxius, la filial de infraestructuras de Telefónica, cuya operación con American Tower generó una importante inyección de liquidez. Sin embargo, no todos sus planes salieron como esperaba. Su intento de desinvertir en Hispanoamérica fue desigual, y algunos mercados como Venezuela y Colombia siguieron siendo un lastre. Además, la filial Telefónica Tech, creada para liderar la innovación en áreas como ciberseguridad y big data, no terminó de atraer el interés de los grandes inversores.
Telefónica ante la presión de accionistas y mercados
Uno de los mayores dolores de cabeza para Álvarez-Pallete ha sido la evolución de la acción de Telefónica. Cuando asumió el cargo, la acción estaba en 9,31 euros; hoy ronda los 4 euros. Para compensar esta caída, impulsó políticas de dividendos y recompras de acciones, pero eso no calmó el descontento de los accionistas viendo como caía el valor de la acción, aunque en cierta manera se justificaba en las perspectivas globales de las telecomunicaciones, sumidas en un ciclo de contracción.
A esto se sumaron movimientos inesperados en el capital de la compañía. En 2023, el fondo saudí STC irrumpió como accionista destacado, y poco después, la SEPI (Sociedad Estatal de Participaciones Industriales) tomó también una participación significativa. Algunos de estos cambios en el control de la empresa sorprendieron incluso al propio presidente, dejando en evidencia la tensión entre Telefónica y sus nuevos actores principales.
A José María Álvarez Pallete le ha tocado lidiar con convulsiones sectoriales, accionariales, regulatorias, y politicas. Estas últimas han terminado con su mandato. Nadie puede negar que es meritorio el mero hecho de haber sobrevivido una década en este escenario, y una parte fundamental ha sido el apoyo de Isidre Fainé durante estos años. Pero finalmente el mismo Fainé ha cedido a las presiones del Gobierno.
Le ha tocado lidiar con convulsiones sectoriales, accionariales, regulatorias y politicas.
Sánchez no se rinde y va a por todas
El desenlace de su presidencia ha estado cargado de controversia. La SEPI convocó un consejo extraordinario, en sábado y en menos de 24 horas para abordar su relevo, una decisión que pilló a Álvarez-Pallete y su equipo completamente desprevenidos. La jugada no solo genera ruido en los círculos empresariales, sino que también deja entrever un trasfondo político. Algunos interpretan esta maniobra como parte de una estrategia más amplia del gobierno de Pedro Sánchez para reforzar su control sobre grandes empresas estratégicas, como Telefónica e Indra.
De hecho, desde hace semanas corrían rumores de inminentes cambios en Indra ante la difícil situación de bicefalia entre Marc Murtra y De Los Mozos, y la incomodidad de sectores gubernamentales con este último.
Llama la atención las formas y tiempos de la medida, convocando con carácter de urgencia (cuándo no había ninguna) un consejo en 24 horas y reuniendo un sábado para relevarle de la presidencia. Esto no deja de ser en preámbulo de significativos cambios no sólo en el consejo sino en la dirección de la empresa. La SEPI no ha querido esperar al próximo consejo del operador, programado para el mes de Abril para tomar esta medida y ha forzado tomarla de urgencia.
Un legado meritorio, lleno de luces y sombras
A pesar de las dificultades, Álvarez-Pallete deja un legado significativo. Bajo su mando, Telefónica ha sorteado una década convulsa en el sector de las telecomunicaciones, y aunque no ha podido evitar la caída del valor de la acción, su enfoque en la sostenibilidad y la digitalización ha sentado las bases para el futuro de la compañía. Bajo su mandato, se ha reestructurado la empresa y hoy es una organización mucho más ligera, adaptandose a los tiempos que corren en el sector.
El tiempo dirá como se recordará su etapa al frente de Telefónica, pero lo que está claro es que su presidencia ha sido un reflejo de los tiempos complejos que vive la industria. Nadie puede negar que ha tenido un complejo escenario sectorial y regulatorio, así como una herencia envenenada a nivel de deuda y de activos de la empresa en la otrora joya de la corona: hispanoamerica. Su salida marca el fin de una era y deja a Telefónica en una posición clave en el tablero empresarial y político, tanto en España como a nivel internacional.
Próximo capítulo una incognita, Marc Murtra.