El sabor del pan recién horneado es uno de esos pequeños placeres que alegran tu estómago sea cual sea el contexto. El pan es un ingrediente único que se puede disfrutar en diferentes formas y a todas las horas del día. Aunque uno de sus mayores contras es lo mucho que engorda. Su alto contenido en carbohidratos ha hecho que mucha gente decida sacarlo de sus planes nutricionales para poder adelgazar sin remordimientos. Pero realmente existen formas de disfrutar del rico sabor del pan sin sufrir de culpabilidad por ello. En este artículo te contamos todos los detalles.
CONGELAR PAN: UN TRUCO INESPERADO
Congelar pan es uno de los trucos más comunes para que te dure más tiempo, sacándolo en el momento concreto en el que quieras disfrutar de su sabor en una de tus comidas. Lo que siempre ha sido un acto de cotidianidad se puede convertir en algo más que beneficioso para tu salud y el cuidado de tu bienestar. Según profesionales del sector de la nutrición, el consumo de pan congelado que se ha recalentado en la previa a la ingesta, genera una transformación en sus componentes que harán que los carbohidratos tan comunes del pan se conviertan en fibra prebiótica.
¿Qué quiere decir esto? Que cuando comes pan precalentado después de un proceso de congelación, están favoreciendo la salud de la microbiota intestinal, que es lo que acompaña a este tipo de fibra prebiótica. Además, estarás regulando los niveles de glucosa en sangre, sintiéndote más saciada y evitando la acumulación de grasa. Si quieres un alimento mucho más saludable y funcional, solo tienes que congelar tu pan antes de comértelo.
Aunque es preciso remarcar que no todos los tipos de pan que existen en el mundo son susceptibles de esta transformación. Si quieres que realmente funcione este truco y que comer pan no se convierta en una penitencia, la mejor opción son -sin duda- los panes elaborados con masa madre y harinas integrales. Más ricos en nutrientes esenciales y en fibra natural, este tipo de pan contiene menos carbohidratos refinados -que de por sí ya es una ventaja- y aumentan la sensación de saciedad mejorando además la digestión.
Como detalle a destacar, el proceso de congelación y calentamiento posterior también conlleva a otro efecto positivo: mejora la digestión del almidón, que es una de las principales fuentes de carbohidratos en el pan. De esta forma, es menos probable que te veas envuelto en molestias como pueden ser la distensión abdominal o los gases.
OTRAS VENTAJAS DE CONGELAR PAN
La congelación del pan tiene otros beneficios que seguramente no conocías y que te harán adorar -todavía más si es posible- este rico alimento. Cuando consumes el pan una vez lo has congelado y precalentado, estás cuidado tu salud de diferentes formas.
El proceso de congelación, cuando se combina con ese calentamiento posterior, provoca que se altere la estructura del almidón, mejorando así su digestión y ayudando a que se reduzcan las molestias digestivas más comunes como son la distensión abdominal o los gases. Estos son procesos que muchas veces se experimentan tras consumir productos ricos en carbohidratos, y al comer el pan congelado, se elimina este problema, convirtiéndose en un producto mucho más respetuoso con el sistema digestivo.
Por su parte, el impacto en los niveles de glucosa también es bastante reseñable. Los picos de azúcar se suavizan y se mantienen niveles más estables de energía. De esta forma se evita la sensación de hambre que suele aparecer poco tiempo después de comer. Un efecto especialmente útil para todos aquellos que se encuentran en un proceso de dieta y que necesitan alimentos que no sean demasiado copiosos.
Más allá de los beneficios nutricionales, es importante destacar que este cambio alimenticio también tiene beneficios en tu bolsillo. Como cuando se consume una barra de pan de masa madre siempre suele sobrar un poco, de esta forma puedes aprovechar y comer únicamente lo que descongeles. Se trata de un hábito que permite conservar pan de calidad durante más tiempo.
Además, el proceso de congelación no altera significativamente el contenido de nutrientes esenciales del pan, como las vitaminas y los minerales presentes en las harinas integrales. Por lo tanto, no pierdes los beneficios nutricionales que este alimento aporta a tu dieta, mientras obtienes un producto más saludable y funcional gracias al truco de congelarlo.
EL CONGELADO EN OTROS ALIMENTOS
Como buena noticia, este proceso que afecta principalmente al almidón es aplicable a otros alimentos como el arroz o la pasta. Cuando se enfrían, estos platos también pueden experimentar transformaciones en sus componentes. El almidón pasa a ser almidón resistente, un tipo de fibra que complica más la digestión al organismo, haciendo que los alimentos sean menos calóricos y aportando nuevos beneficios para la salud.
El almidón resistente actúa como un prebiótico, por lo que sirve de alimento para las bacterias beneficiosas de la microbiota intestinal. Este efecto tiene repercusiones positivas en el sistema digestivo, ayudando a mejorar el tránsito intestinal y a prevenir problemas como el estreñimiento. Además, mantener una microbiota sana puede influir en otros aspectos de la salud, como el fortalecimiento del sistema inmunológico y la regulación metabólica.
En el caso del arroz y la pasta, no es necesario congelarlos como ocurre con el pan. Basta con cocerlos y luego dejarlos enfriar en la nevera antes de consumirlos. Una vez enfriados, estos alimentos aportan menos calorías y también producen una mayor sensación de saciedad. Pero tampoco son los únicos alimentos que permiten esta transformación en sus nutrientes. Las patatas también viven un proceso más o menos similar. Cuando se cuecen y se consumen frías en platos como una ensalada o simplemente como una guarnición más, se obtiene una versión mucho más saludable de este tubérculo, con menos impacto calórico y más beneficios digestivos.
Transformar el pan, el arroz, la pasta o incluso las patatas en fuentes de almidón resistente es un truco sencillo que si empiezas a implementar en tu día a día está claro que va a reportarte resultados con los que quizás no contabas. Congelar el pan o enfriar alimentos ricos en almidón es una manera accesible de mantener tus objetivos de salud y de la misma forma beneficiarte de no engordar tanto como lo harías en un contexto normal en el que no hubiera la influencia del proceso de congelado.