La pasta es uno de los platos más queridos a nivel universal. Le encanta a niños, adultos y mayores, y es conocida internacionalmente por su multitud de formas en las que se puede degustar. Pero… ¿Sabías que la forma en la que cocines este delicioso ingrediente puede afectar directamente a tu salud?
Si bien es cierto que la gente suele prestar más atención al tipo de pasta o a la cantidad que se consume, hay muchos factores que influyen en tu bienestar. Y seguro que alguno te sorprende, como el tiempo de cocción. En función del tiempo que tu pasta se mantenga en el agua hirviendo, la digestión puede ser muy diferente, impactando directamente en tu peso. Tu cuerpo asimila sus carbohidratos de manera diferente en una pasta al dente y una pasta que excede el tiempo recomendado de cocción y se queda demasiado blanda.
1PASTA AL DENTE

El término «al dente», que proviene del italiano y significa «al diente», hace referencia a una pasta que, al morderla, ofrece una ligera resistencia, sin llegar a ser dura ni crujiente. Este es el punto de cocción recomendado por los italianos para vivir una experiencia gastronómica única. Pero va más allá, puesto que independientemente de la forma de sentir el proceso de ingesta, esta forma de consumo también influye en cómo nuestro cuerpo maneja los carbohidratos contenidos en la pasta.
La clave de este proceso radica en el almidón, un carbohidrato complejo presente en la pasta. Cuando la cocemos al dente, las moléculas de almidón permanecen más intactas y menos descompuestas. Esto permite que la pasta se digiera más lentamente, ayudando al cuerpo a asimilarla de manera gradual. Así se evitan más fácilmente los picos rápidos de glucosa en sangre, facilitando un suministro de energía más constante y que dura más en el tiempo.
Otro factor que influye en este proceso es que la pasta al dente mantiene un bajo índice glucémico. Esto se traduce en un efecto sobre los niveles de azúcar en sangre mucho más moderados que la pasta que se cuece demasiado. Mantener un metabolismo equilibrado y evitar que el cuerpo produzca grandes cantidades de insulina es más fácil si se hace una ingesta responsable de pasta al dente. Al mantener niveles más estables de azúcar en sangre, también se favorece el control del apetito y se disminuye la probabilidad de almacenar grasa, contribuyendo casi sin darnos cuenta a una mejor gestión del peso corporal.
Como otra buena noticia, la pasta cocida al dente tiene una mayor capacidad para proporcionarnos sensación de saciedad a quien la consume. Esto sucede porque como su digestión es más lenta, el cuerpo tarda más en descomponerla, prolongando la sensación de estar llenos y evitando los antojos frecuentes que suelen terminar en sensación de culpabilidad.