La temporada de resfriados y gripe llega con el frío, y con ella, la amenaza de que nuestro sistema inmunitario se vea debilitado, dejándonos vulnerables a estos molestos virus. Si bien es cierto que el descanso y el abrigo son esenciales, la alimentación juega un papel crucial en nuestra recuperación y es importante aprovechar el previo al pico de la gripe que se espera las próximas semanas para cuidar nuestra salud. Ciertos alimentos ayudan a prevenir el contagio, mientras que también pueden acelerar el proceso de curación una vez que los síntomas han aparecido.
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Uno de los aspectos más importantes a la hora de mantenernos saludables, especialmente durante la temporada de resfriados, es la hidratación. El agua es esencial para el funcionamiento óptimo de todos los sistemas del cuerpo, incluyendo el sistema inmunológico. Mantenerse bien hidratado ayuda a diluir la mucosidad, alivia la congestión y facilita la eliminación de toxinas. Además, las infusiones y caldos no solo son reconfortantes, sino que también contribuyen a la hidratación del cuerpo, ayudando a mantener las membranas nasales y las vías respiratorias en buen estado.
El ejercicio no solo es beneficioso para mantenernos en forma, sino que también puede tener un impacto positivo en nuestra salud inmunológica. La actividad física regular, como caminar, hacer yoga o practicar deportes de bajo impacto, ayuda a mejorar la circulación sanguínea, lo que permite que las células del sistema inmunológico lleguen más rápidamente a las zonas donde se necesitan para combatir infecciones. Sin embargo, es importante no excederse en los entrenamientos durante un resfriado o gripe, ya que el ejercicio excesivo puede debilitar temporalmente el sistema inmunológico. La clave está en practicar actividad física moderada para mantener el cuerpo en equilibrio.
El estrés prolongado puede afectar negativamente al sistema inmunológico, haciéndolo más vulnerable a infecciones. El cortisol, la hormona del estrés, puede debilitar las defensas del cuerpo cuando se produce en exceso, lo que aumenta el riesgo de enfermedades. Encontrar formas de reducir el estrés es esencial para mantener la salud. Practicar técnicas de relajación, como la meditación, la respiración profunda o el mindfulness, puede ser muy útil. También es importante dedicar tiempo a actividades que nos hagan sentir bien, como leer, escuchar música o disfrutar de momentos al aire libre.
Durante la temporada de gripe y resfriados, es vital evitar el contacto cercano con personas que estén enfermas para reducir el riesgo de contagio. Si es inevitable estar en lugares donde hay personas resfriadas, como en el trabajo o en el transporte público, es recomendable tomar precauciones adicionales, como el uso de mascarillas o el lavado frecuente de manos. Además, mantener una buena higiene respiratoria al toser o estornudar, cubriéndose con el codo o usando un pañuelo desechable, ayuda a prevenir la propagación de virus.
El aire fresco y la luz solar son factores naturales que también favorecen el bienestar. Pasar tiempo al aire libre, incluso si es solo durante unos minutos, ayuda a fortalecer el sistema inmunológico y mejora nuestro estado de ánimo. La exposición al sol permite la producción de vitamina D, un nutriente esencial para la función inmunológica. Aunque durante los meses fríos la luz solar puede ser más limitada, es recomendable aprovechar los días soleados y salir a caminar o simplemente disfrutar del exterior, siempre que las condiciones lo permitan.